Van por Cruz Alfonso Lozoya Uriarte, considerado uno de los principales responsables de la ola de violencia en La Paz.
El sicario controla un grupo de pistoleros que ya habían sido capturados con droga, armas y vehículos robados, que después la PGR liberó. El principal objetivo de autoridades estatales, federales y fuerzas armadas.
Uno de los principales responsables materiales de levantones, torturas, ejecuciones, calcinados, decapitados y balaceras, cuya feroz cacería de narcomenudistas, ha dejado hasta el momento 38 personas muertas.
Se trata de Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande”, quien, según su perfil criminal elaborado por autoridades estatales, es “extremadamente violento”, “hostil”, “peligroso”, “inestable”, “superficial” y “usa la violencia como medio de presión o actuación”. Sobre todo, es un delincuente formado en la escuela del crimen del ex capo Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Nacido el 3 de mayo de 1993, originario de Culiacán, Sinaloa, el sicario aparece en el último mapa delictivo elaborado por autoridades federales y militares como el brazo ejecutor de Ranulfo López Portillo “El Ranulfo”; Alejandro Sánchez Trejo “El Frane”; Vidal Martínez Barraza “El Vidal” o “El Víctor”; y de José Fernando Torres Montenegro y/o José Francisco Ojeda Torres “El Pepillo”, principales jefes criminales del Cártel de Sinaloa en La Paz.
La última aparición del jefe de sicarios, de apenas 21 años de edad, fue durante la balacera del 1 de noviembre en la calle Ramírez, entre Manuel Márquez de León y Miguel L. Legaspy, Colonia Centro de la capital del Estado.
Según las primeras investigaciones de la PGJE, el comando armado de “El Grande” interceptó a un drogadicto, lo levantó y lo obligó a realizar una llamada telefónica y solicitar un supuesto pedido de droga a narcomenudistas de la zona norte, y adversarios de la zona sur, bajo el dominio del Cártel de Sinaloa.
Un testigo señaló que el plan original era que “los narcomenudistas iban a ser levantados por ‘El Grande’ y su gente, habían acordado como punto de encuentro para la operación de compra de droga la esquina de la calle Ramírez y Miguel L. Legaspy, donde para despistar y no levantar sospechas, estarían esperando cinco drogadictos a los vendedores”.
Los narcomenudistas de la zona norte, controlada por el Cártel de los Beltrán Leyva, salieron de la colonia El Pedregal del Cortés, a bordo de un automóvil Mazda línea 3, modelo 2014, de color gris rata, cuatro puertas y placas de circulación BBA-89-13, el cual era manejado por Paulino de Jesús Lucero Ortiz. De copiloto iba José Luis Ponce Ruiz “El Ponce”, y en la parte trasera estaba Juan Carlos Morales Vargas y/o Juan Carlos Morales Barrios “El Chapo”, “El Pancho” o “El Panchito”.
Según el testimonio del único sobreviviente de esa balacera, Paulino de Jesús Lucero Ortiz, ese día decidió salir armado a la entrega del pedido de droga -tras recibir la llamada- “por lo caliente del terreno y la cacería que se había desatado contra narcomenudistas de ambos bandos”, por lo que se llevó su pistola Glock tipo escuadra 9 milímetros, y un par de cargadores.
El sobreviviente relató que cuando iban por la calle Manuel Márquez de León, al doblar por la calle Ramírez, observaron una camioneta blanca Volkswagen Touareg sospechosa, con entre tres y cuatro sujetos arriba, por lo que se puso alerta, quitó el seguro al arma y puso tiro arriba. Fue la misma que -relató- le cerró violentamente el paso, cuando estaban a unos metros de llegar a su destino y de donde descendió, de la puerta del lado izquierdo, “un sicario enchalecado con un rifle de asalto R-15, y comenzó a disparar en su contra”.
El sobreviviente dijo haber observado cuando iban a ser agredidos, por lo que abrió rápidamente su puerta y se tiró al piso, justamente cuando se escuchó la primera descarga y casi de inmediato la segunda, hasta que el asesino dejó de disparar; por lo que aprovechó, se levantó y disparó en contra del pistolero, asentando uno de los disparos en la frente del sicario, por lo que cayó fulminado. Fue entonces cuando observó a otro sicario descender del vehículo, de la puerta del lado derecho.
El pistolero no peleó de frente, es decir, no salió a disparar -como suelen decir en el bajo mundo- “de bato a bato”, sino se ocultó detrás de la camioneta, levantó un rifle AK-47 sobre el techo de la unidad y comenzó a disparar en contra del vehículo, haciendo blanco en “El Chapo” o “El Panchito”, cuando había logrado salir herido del asiento trasero de la unidad y se arrastraba casi en la acera de la banqueta.
Los agresores salieron huyendo de la escena del crimen, dejando con tres heridas al único sobreviviente del enfrentamiento, un rozón de bala en la nariz y dos tiros en el lado derecho del dorso.
En la escena del crimen, quedaron muertos:
* El sicario José Ángel González Portillo “El 27”, de 20 años, originario de Baridaguato, Sinaloa. Recibió un disparo en la cabeza.
* El narcomenudista José Luis Ponce Ruiz “El Ponce”, de 27, oriundo de Ciudad Obregón, Sonora. Le pegaron tres disparos en la cabeza.
* El narcomenudista Juan Carlos Morales Vargas y/o Juan Carlos Morales Barrios “El Chapo”, “El Pancho” o “El Panchito”, nativo de Guaymas, Sonora. Le propinaron dos disparos en la cabeza y tres en el tórax.
Una vez cesado el fuego, los testigos de la balacera se asomaron por las ventanas de sus casas y observaron a una persona herida con sangre en rostro y brazos, vestida con camisa roja, pantalón de mezclilla y tenis negros con rayas, quien corría sobre la calle de Ramírez hacia la Manuel Márquez de León.
Las personas relataron que el herido cargaba una bolsa negra en las manos, de la cual sacaba dinero y envoltorios de droga, y los iba tirado hacia dentro de las casas hasta llegar a media cuadra sobre la calle Manuel Márquez de León, entre Ramírez y Altamirano, hasta abandonar la bolsa negra en la pared de una casa.
Asimismo, que regresó hacia la escena del crimen, y se tiró al piso, fue entonces que comenzaron a llegar patrullas de la Policía Municipal de La Paz, y después, de la Estatal Preventiva.
Cuando estaba tirado en el piso, los agentes de ambas corporaciones preguntaron si había reconocido a los agresores, y de inmediato respondió: “Fue ‘El Grande’”, y ofreció las características de la camioneta donde habían huido.
Aún dudosos, los agentes preguntaron cómo es “El Grande”, a lo que atinó a decir: “Antes operaba de este lado y lo tengo en fotos”, y agregó: “Es de aproximadamente 1.90 metros de altura, complexión mediana y güero, ojos cafés claros, sin bigote y cabello medio largo”.
En la escena del crimen, la PGJE recolectó 60 cartuchos percutidos calibre .223 y un cargador y 25 de 7.62 x 39, así como tres cartuchos 9 milímetros, dos cargadores y una pistola Glock; además de un chaleco antibalas y una granada que venía entre la ropa del sicario abatido.
Sin embargo, durante las primeras pesquisas, lo primero que llamó la atención de los agentes de investigación de la PGJE fue la desaparición del rifle R-15 del pistolero muerto. Las primeras investigaciones dan cuenta que un agente de la Municipal de La Paz quitó el rifle de sus manos al sicario asesinado y se lo llevó, por lo que la PGJE investiga el paradero.
El principal sospecho hasta ahora es un agente que resultó ser hermano del narcomenudista y único sobreviviente de esta balacera, quien dicho sea de paso, fue consignado por la muerte de José Ángel González Portillo “El 27”, cuyo caso quedó registrado bajo el número de averiguación previa LPZ/068/HOM/2014.
El nombre del agente es César Augusto Lucero Ortiz, quien según investigaciones oficiales, casualmente está asignado en el mismo sector, donde su hermano distribuía droga en la zona norte de La Paz.
Los sicarios de “El Grande”
De acuerdo a investigaciones federales y militares, el negocio de crimen y muerte de Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande” prácticamente se ha forjado en medio de la corrupción y la impunidad, de la que ha sido proveído por agentes del Ministerio Público de la Federación, del Centro de Operaciones Estratégicas (COE) y de la Procuraduría General de la República (PGR).
Según partes informativos de la Policía Municipal de La Paz y Policía Ministerial del Estado, “El Grande” ha sido detenido en dos ocasiones este año, por posesión de armas de fuego y sospechosamente liberado. Es decir, previo a la guerra entre los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva en La Paz, las autoridades locales lo capturaron, mientras las federales lo soltaron.
Los propios empleados de la PGR del Estado de Baja California Sur, enviaron una carta a INVESTIGACIONES ZETA, hartos de la corrupción y de la crisis de seguridad que está pasando, y solicitaron una investigación penal en contra de los agentes del Ministerio Público de la Federación, Francisco Javier Bermúdez Beltrán y Francisco Núñez Olachea, a quienes responsabilizan de manera directa de la liberación de “El Grande”.
La información que dicen tener es que “ambos funcionarios recibieron en su momento un pago de 200 mil pesos a cambio de minimizar el delito y lograr la libertad del jefe criminal”, lo que permitió que ganara terreno la impunidad y surgiera esta guerra entre narcomenudistas que parece no tener fin.
Los trabajadores, quienes solicitaron el anonimato, enviaron algunos partes informativos que fueron corroborados con las autoridades competentes, donde a grandes rasgos se resume:
El 25 de enero de 2014, Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande” fue capturado en posesión de un vehículo robado y una pistola 9 milímetros, cuando acompañado de sus pistoleros, pretendía levantar y matar a un presunto narcomenudista.
El jefe criminal circulaba a bordo de una camioneta Nissan X-Trail 2013 de color plata, sin placas de circulación, acompañado de las siguientes personas:
José Ángel González Portillo, de 20 años.
Germán Reyes Ibarra, de 19.
José Alberto Castro Barrera, de 19.
Eladio Quintero Manjarrez, de 38.
La víctima relató que los sicarios le dieron alcance en su camioneta, y de carro a carro le apuntaron con una pistola, solicitando que parara mientras circulaba alrededor de la 1:30 am sobre la calle Belisario Domínguez y 5 de Mayo, Colonia Centro en La Paz.
Obviamente, el narcomenudista hizo caso omiso y huyó, solicitando de inmediato auxilio a través de una llamada telefónica al Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4), por lo que trataron de perseguirlo, pero lo perdieron de vista, cuando se toparon con un par de patrullas de la Policía Ministerial del Estado, cuyos elementos habían acudido en ayuda de la víctima.
Los agentes interceptaron el vehículo de “El Grande” y su gente, cuando iban por el malecón costero, casi con la calle 5 de Mayo, por lo que ordenaron que se detuvieran y los bajaron.
Los tripulantes fueron sometidos a una revisión, encontrando una pistola 9 milímetros debajo del asiento del conductor, abastecida con cuatro cartuchos útiles, además de que la unidad contaba con reporte de robo en el Estado de Sinaloa.
“El Grande” y sus sicarios fueron detenidos, fichados y remitidos a la delegación de la PGR, y puestos a disposición de Agente del Ministerio Público de la Federación por los delitos de portación de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas, vehículo robado y amenazas de muerte.
Cuando todos pensaban que serían enviados al Centro de Reinserción Social (CERESO) de La Paz, los cinco detenidos sospechosamente fueron liberados y regresaron a delinquir a las calles.
Peor aún, la mayoría de los sicarios al servicio de “El Grande” han sido capturados en posesión de vehículos robados, drogas y armas, y sospechosamente fueron liberados por agentes del Ministerio Público de la Federación de la PGR.
Es el caso del sicario abatido, José Ángel González Portillo “El 27”, quien según partes informativos de la Policía Municipal de La Paz, Policía Estatal Preventiva y Policía Ministerial del Estado- tenía un largo historial en el bajo mundo y se había convertido en intocable, después de haber sido cobijado por los agentes del Ministerio Público de la Federación.
El delincuente de apenas 20 años pasó de narcomenudista a ser el brazo derecho del jefe de sicarios del Cártel de Sinaloa en La Paz, Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande”.
El sobrino de Ranulfo López Portillo “El Ranulfo”, quien de acuerdo a investigaciones federales y militares, pelea la plaza del narcomenudeo de la zona norte en manos del Cártel de los Beltrán Leyva, hasta antes de ser asesinado había sido capturado en tres ocasiones, consignado y puesto a disposición del Agencia del Ministerio Público pero sospechosamente liberado por la delegación de la PGR, bajo la sospecha de la complicidad y corrupción que parece carcomer a esa institución federal en Baja California Sur.
Partes oficiales indican que fue capturado por primera vez el 11 de junio de 2012, cuando circulaba a bordo de una camioneta Ford Explorer 1997 de color verde, sin placas de circulación, sobre las calles Sonora y Adolfo López Mateos, Colonia Adolfo Ruiz Cortines.
El narcomenudista iba acompañado de Roberto Carlos Gervacio Pulido, quienes tenían en su poder 10 envoltorios de cocaína y cinco de marihuana, y cuyo peso rebasaba el límite de 500 milígramos y 5 gramos establecidos por la Ley General de Salud.
La segunda vez fue detenido seis meses después, es decir, el 30 de diciembre de 2012, en posesión de 35 envoltorios de droga: nueve de marihuana, 10 de cristal y 16 de cocaína.
El delincuente iba a bordo de un automóvil sedán, acompañado de Germán Reyes Ibarra, cuando fueron detenidos en la calle de Privada de Croto del fraccionamiento Jardines del Sur.
La tercera y última ocasión, cuando andaba acompañado de “El Grande” en el malecón costero de La Paz. Siempre fue capturado in fraganti, y sospechosamente liberado por la PGR.
La conexión de crímenes
La PGJE hizo pruebas de balística a los cartuchos percutidos calibre .223, los cuales -según versión del único sobreviviente y de otros cinco testigos más- fueron disparados con el rifle de asalto R-15 del extinto sicario José Ángel González Portillo “El 27”.
En base al informe de balística, los resultados de las pruebas dieron positivo en los cartuchos percutidos en ocho averiguaciones previas, es decir, los mismos cartuchos encontrados en la balacera de la calle Ramírez entre Manuel Márquez de León y Miguel L. Legaspy, “tenían la misma marca o registro” de los que fueron utilizados en los siguientes crímenes:
* Jesús Esteban Espinoza Velázquez “El Pantera”, Alberto Montero Lizárraga “El Mago” o “El Mandreque”, y José Enrique Urquiza Portillo “El Ferrari” o “El Moreno”. Asesinados el 31 de julio de 2014 en el Kilómetro 8.5 de la carretera La Paz-Los Planes, cuyo caso quedó registrado bajo la averiguación previa LPZ/032/HOM/2014.
* Gerardo Geraldo Méndez “El Gera”, ejecutado el 17 de agosto en la calle Clavel, entre Algodón y Bulevar Luis Donaldo Colosio, Colonia Los Girasoles, asentado en la averiguación previa LPZ/034/HOM/2014.
* José Ramón Sánchez Quiroz “El Pelón”, Rosendo Jesús Acevedo Amador “El Chendo” y Guadalupe Torres López “La Melody”. Ultimados el 1 de septiembre en el poblado de Los Barriles, cuyo caso quedó registrado bajo el número de averiguación previa LPZ/039/HOM/2014.
* José Federico Gaxiola Osuna “El Pikas”, ejecutado el 10 de septiembre en las calles de Biznaga entre Maguey y Bordo de Contención, Colonia Santa Rita, averiguación previa LPZ/042/HOM/2014.
* José Helidoro López González “El Helio”, asesinado el 6 de octubre en las calles de Pirul esquina Héroes de Independencia, Colonia Arboledas, caso registrado bajo la averiguación previa LPZ/046/HOM/2014.
* Dany Algarith Castro Avendaño “El Wacho” o “El Soldado”, ejecutado el 7 de octubre en el arroyo El Cajoncito, por el Libramiento Santiago Oceguera, el cual quedó asentado en la averiguación previa LPZ/047/HOM/2014.
* Francisco Javier Chávez Pérez “El Chinola” o “El Panchito”, asesinado el 8 de octubre en la calle Guillermo Prieto y Bulevar Luis Donaldo Colosio, Colonia Inalapa, cuyo caso quedó registrado bajo la averiguación previa LPZ/048/HOM/2014.
* Jesús Manuel Avilés Amador “El Amador”, ejecutado el 25 de octubre en la calle Cabildo entre Benito Juárez y Normal Urbana, Colonia Juárez, asentado en la averiguación previa LPZ/057/HOM/2014.
En esta narcoguerra, la PGJE ha recolectado testimonios y evidencias de que “El Grande” y su grupo armando han participado en los crímenes de algunas células del propio Cártel de Sinaloa, por confusión, venganza, diferencias y hasta traiciones. Es el caso de los siguientes:
* Juan Antonio Herrera Güemez “El Tony”, “El Pelón” o “El Moreno”, quien presuntamente había testificado en contra de Simón Guillermo Hernández Peña “El Simón” o “El Sepultero”, acusado de ser el responsable material de las siete narcofosas encontradas en junio de 2013. Hoy se sabe, solo recibió órdenes del responsable del narcomenudeo de la zona sur, José Fernando Torres Montenegro y/o José Francisco Ojeda Torres “El Pepillo”.
* Marco Gerónimo Alvarado Uriarte “El Bigote”, que resultó herido y después muerto por sus propios compañeros sicarios en el tiroteo de la calle Cazahual entre Prosperidad y Mangle, Colonia Progreso Vivah. Fue socorrido y trasladado al hospital por Martín Octavio Burgueño Reyes “El Viejo Pelón”.
* Dany Algarith Castro Avendaño “El Wacho” o “El Soldado”, pistolero de “El Grande” que tuvo diferencias personales por el jefe de sicarios. Fue levantado y ejecutado en el arroyo El Cajoncito.
* Juan César Bautista Hamburgo “El Gordo Hamburgo”, cuyo crimen, según las primeras investigaciones, tiene dos hipótesis:
- La primera es que tuvo algo que ver en el abatimiento del sicario José Ángel González Portillo “El 27”, ya sea vendiendo el vehículo o el arma de los narcomenudistas de la zona norte que lo mataron en la balacera, porque, de acuerdo al dictamen pericial, la víctima traía grabado en la piel el nombre de “Ángel” y el número “27” en la parte frontal de su cuerpo, y en la parte trasera la leyenda “Compadrón”, lo que hace suponer a los investigadores que tiene una conexión entre el sicario abatido y el grupo delictivo que lo asesinó durante la balacera; y muy posiblemente sea gente de uno de los responsables de la zona norte, identificado como “El Compadrón”.
- La segunda es que la víctima habría robado un cargamento de droga a los narcomenudistas de la zona sur que estaba bajo su resguardo, y la había vendido a los de la zona norte, particularmente, a “El Compadrón”.
Los investigadores del caso obtuvieron información de que una prostituta drogadicta fue la responsable de robar el cargamento a “El Gordo Hamburgo” -cuyo vehículo apareció en la balacera donde murió Esteban Espinoza Velázquez “El Pantera”-. Auxiliada por gente de “El Compadrón”, sustrajo el cargamento y se lo llevaron a la zona norte.
En suma, la declaración de guerra entre Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande” y “El Compadrón” está más que vista y, posiblemente, “vaya a subir de tono en los próximos días o semanas”, sugieren expertos en el tema de delincuencia organizada.
La violenta jornada
Desde el 31 de octubre y hasta el cierre de esta edición, la violenta jornada tuvo su punto más álgido cuando un niño de 7 años quedó atrapado en medio de un tiroteo en las calles Durango entre Constitución e Hidalgo, Colonia Centro, a escasos metros de la Tercera Zona Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Con una nula cobertura en medios nacionales, el infante, de nombre Luis Isaac, jugaba afuera de su casa cuando recibió un disparo de arma de fuego. De inmediato fue trasladado en una ambulancia e internado en la clínica del ISSSTE, como la primera víctima del denominado “daño colateral” por la pelea entre los brazos armados de los cárteles de Sinaloa y Beltrán Leyva.
Según el parte informativo de ese tiroteo, los narcomenudistas Víctor Rodrigo Araiza Romero, de 26 años, y Francisco Javier Osuna Cota, de 30, estaban sobre la calle Durango, cuando repentinamente tres vehículos pasaron y los ocupantes comenzaron a disparar en su contra, cayendo al piso casi de inmediato, junto con el niño que jugaba en la esquina de su casa, quien según testigos, comenzó a llorar y a quejarse del dolor por la herida causada.
La alerta se prendió, y de inmediato comenzaron a llegar patrullas y ambulancias de la Cruz Roja, trasladando a los heridos a la clínica del IMSS, ISSSTE y Hospital “Juan María de Salvatierra”. El diagnóstico médico arrojó lo siguiente:
* El menor Luis Isaac presentó una herida con orificio de entrada en la pelvis y salida en el muslo, del lado derecho.
* El narcomenudista Víctor Rodrigo Araiza Romero recibió tres impactos, uno en el hombro izquierdo, otro en el muslo derecho y otro más en pantorrilla.
* El narcomenudista Francisco Javier Osuna Cota presentó un impacto en pantorrilla y otro en tórax, con salida en el costado izquierdo.
En la escena del crimen, los peritos y criminalistas de la Dirección de Servicios Periciales encontraron siete cartuchos percutidos calibre 40 y 25 9 milímetros.
Según las primeras investigaciones de la PGJE, los agresores viajaban en un convoy de tres vehículos: un Volkswagen Jetta de color gris, una camioneta Jeep Cherokee guinda y un pick-up Chevrolet de color oscuro.
Según los investigadores, ese convoy fue el mismo que, en base al reporte vía C4, estaba depositando un cuerpo en sin vida, amarrado y torturado, en una brecha de camino a Las Cruces sobre el Libramiento Santiago Oceguera.
El reportante dijo haber sido víctima de un asalto por alrededor de diez sujetos armados que andaban en esos tres vehículos, cuando circulaba por esa zona, y se perdió e ingresó al camino de terracería; entonces le marcaron el alto y lo bajaron del vehículo.
La víctima narró que los sujetos le apuntaron con sus armas, y le preguntaron qué andaba haciendo por la zona, a lo que respondió se había perdido, al no ser “de aquí”, que venía de la Ciudad de México, por lo que entonces le pidieron su identificación y, mientras la veían, observó de “reojo” un cadáver y se asustó.
Palabras más palabras, palabras menos, le advirtieron: “¡Lárgate a la chingada de aquí, si no quieres que te matemos!”, y lo revisaron, quitándole 4 mil 500 pesos en efectivo y dos teléfonos celulares marca Nokia. Le pidieron que se subiera a su carro y no parara hasta llegar a la ciudad de La Paz.
Entonces abordó el automóvil de renta Nissan Tsuru de color blanco, propiedad de la arrendadora Arabela, y se retiró hasta interceptar una patrulla de la Gendarmería, a quienes reportó el asalto, los cuales solicitaron apoyo y fueron hasta esa zona, donde más tarde hicieron el hallazgo del cuerpo de Juan César Bautista Hamburgo, de 37 años, propietario de una yarda de nombre Autotrack Importaciones, S.A de C.V., quien dicho sea de paso, era hermano de un narcomenudista de nombre Joel Ingil, levantado y desaparecido el 24 de diciembre de 2012 y encontrado en una fosa clandestina el 30 de septiembre de 2013.
Al cierre de esta edición, investigadores del caso informaron que los presuntos responsables encabezados por Cruz Alonso Lozoya Uriarte “El Grande”, primero mataron a “El Gordo Hamburgo”, y de paso, pretendieron asesinar a los dos narcomenudistas.
Cabe destacar que el gobernador de Baja California Sur, Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, fue y estuvo en la clínica del ISSSTE acompañando al niño Luis Isaac, y después de salir del nosocomio, convocó a una reunión de carácter urgente a su gabinete de seguridad, para analizar y revisar las nuevas estrategias.
De entrada -y según datos recabados por ZETA- iniciarán operativos para hacer valer la Ley de Tránsito Terrestre del Estado y el Reglamento de Tránsito en vigor, que prohíbe estrictamente el polarizado de medio a intenso a todos los vehículos, y también, circular sin placas. Los tres niveles de gobierno advirtieron que no habrá tolerancia.
Cronología del crimen
Fuente: PGJE
Los caídos del Cártel de Sinaloa
Fuente: Grupo de Coordinación
Los caídos del Cártel Beltrán Leyva
Fuente: Grupo de Coordinación
Los oficiales muertos
Fuente: Grupo de Coordinación
Los detenidos con armamento
Fuente: Grupo de Coordinación
Los detenidos
Fuente: PGJE
Los asesinatos por mes
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