El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez señaló que el año, que hoy termina, estuvo marcado por los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa.
El 2014 deja una “inmensa deuda de justicia” en México, ante graves violaciones a los derechos humanos, como en los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa, acotó Santiago Aguirre, abogado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
En entrevista para Noticias MVS, primera emisión, este 31 de diciembre, expuso que en el año hubo un “quiebre de la imagen“, construida por el gobierno federal, en materia de derechos humanos.
Refirió que las víctimas demostraron que el gobierno no tenía mayor preocupación o respeto a los derechos humanos, sino que la realidad era cada vez más compleja, con agravios que no dejaron de acumularse.
Dos casos fueron emblemáticos, refirió Aguirre: Tlatlaya y Ayotzinapa.
El primero se trató de la matanza de 22 personas, durante un operativo militar en un poblado de ese municipio del Estado de México. (Ver: “A los que estén vivos o heridos, vuélvanles a disparar”).
El segundo caso, ampliamente conocido, provocó múltiples movilizaciones sociales y manifestaciones de todo tipo, ante el dolor y la rabia que generó el ataque y la desaparición de 43 estudiantes.
Con ambos casos, agregó el abogado del Centro Pro, la imagen del gobierno se resquebrajó a nivel internacional y comenzó a aquilatarse el tamaño de la crisis que enfrenta México.
Se trató de una crisis enmarcada en la impunidad, la falta de controles sobre fuerzas armadas, las violaciones a derechos humanos…
2014 cierra con la convocatoria de los padres de Ayotzinapa para tener una “respuesta con solidez científica”, sobre el paradero de los estudiantes.
Y ellos no serán las únicas familias que terminan con ese anhelo de ver de regreso a sus seres queridos, pues “hay miles de familias que esperan a sus desaparecidos”, remarcó Aguirre.
Los anteriores casos demostraron que existe una “brecha” entre las reformas legales, pues aunque se modifican marcos jurídicos, las violaciones a derechos humanos no se erradican.
Destacó que la desaparición forzada aumentó “exponencialmente” en los últimos años además de que se siguieron presentando casos de tortura.
“En este México de la impunidad, las reformas legales a menudo no son suficientes para revertir violaciones a derechos humanos”, comentó.
Además, lamentó que expresiones de indignación social fueran “estigmatizadas o condenadas” por quienes ven en esa manifestación una amenaza a lo que perciben como “estabilidad social”.
Y apuntó dos “señales muy ominosas” en las últimas semanas, como la publicación de fichas del Cisen sobre defensores de derechos humanos que acompañan a los padres de Ayotzinapa; así como la descalificación de la Marina a los padres de los normalistas.
No obstante, “dentro de un panorama bastante oscuro”, observó un cambio en la CNDH, que intenta reconstruirse con el cambio de titular; además de que fue un “signo alentador” la movilización social y las expresiones masivas que hubo este 2014.
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