Historia de La vida loca de la ‘Comandante Wera’

Éste es uno los testimonios que hemos recopilado entre gente metida contra el Narco que forman parte de Los Narco Relatos un proyecto que recopila las historias que se cuentan a diario en México son la huellas de la Guerra contra el Narcotrafico y que damos cuenta aquí.


La historia de la “Wera Loca” se parece a todas y a ninguna de las que existen en el narcotráfico mexicano: desafió las reglas de su tierra, abandonó los estudios para unirse al crimen organizado, ascendió a puestos que la mafia sólo apartaba para hombres y su asesinato la inmortalizó.

Entre las mujeres del norte del país que buscaban un lugar en el crimen organizado, su apodo despertó en 2012 una mezcla de inspiración y miedo: nació en Navolato, Sinaloa, y pese a que su comunidad se consideraba un terreno del “Chapo” Guzmán, a los 20 años se unió al rival Cártel del Golfo para luego convertirse en un alto mando.

Informes de la Procuraduría General de la República dan cuenta de otra cualidad que causaba admiración entre las jovencitas: era rubia, ojos claros, con unos 180 centímetros de altura y una figura esbelta que lucía en entalladas blusas y faldas cortas.

Su ficha es escueta en detalles: de estudiante de secundaria pasó a “halcona” – vigilar entradas y salidas de comunidades para alertar sobre la presencia de policías, militares o periodistas — y luego a sicaria con una cruel especialidad: decapitar vivos a “Zetas” o miembros del Cártel de Sinaloa.

Su apodo lo adquirió a los 21 años cuando un jefe de plaza le enseñó a decapitar personas y ante su habilidad para degollar gritó “¡Ésta es la Wera Loca!”; todo quedó registrado en video y publicado en el Blog del Narco.

A diferencia de otras mujeres que crecieron en el narcotráfico porque mantenían una relación con algún capo, la “Wera Loca” se abrió paso por su incomparable violencia: cortaba cabezas con cuchillos, sierras eléctricas y hasta con hachas. Cualquier instrumento servía para la propaganda del terror que el Cártel del Golfo subía a internet.

Le tomó dos años que su fama llegara a los oídos de Mario Ramírez Treviño, alias “El Pelón”, líder de “los golfos”, y le encomendara un puesto al que ninguna mujer había llegado en la organización: ser jefa de sicarios en una plaza tan importante como San Fernando, Tamaulipas.

Afianzó su poder el 10 de noviembre de 2012, cuando según reportes de prensa los sicarios y sicarias a su cargo asesinaron a decenas de personas en Ciudad Reynosa, Tamaulipas.

Su habilidad para liderar sanguinarios asesinos y secuestradores, su puntería con el rifle .38 súper, su violencia para guillotinar adversarios y su vanidad para no usar en balaceras ninguna capucha o careta que pudiera arruinar su maquillaje y peinado perfecto le dieron el nombre de “Comandante Wera”.

Su fama se extendió hasta las pistas de música: el grupo Sierra Fox le compuso un “narco-rap” llamado “Pa la Wera Loca”.

“Lo que tramitan los hombres también pueden las mujeres. Te lo grita la Werita ‘dime, ¿cómo lo prefieres?’ Ésta es la Wera Loca desde San Fernando, por todito Tamaulipas, Cártel del Golfo operando.

“Todos me conocen, que yo soy tranquila, pero si cagan el palo me los quiebro en una fila. Soy la ‘Wera Loca’ y seguiré jalando a la orden del comandante, Cártel del Golfo operando”, dice la canción.

Su fama fue tal que el gobierno Federal ofrecia una recompensa que llevara a su captura señalandola como jefa de sicarios del Cartel del Golfo.

Pero su fama duró poco y sobre su muerte hay dos versiones, una pública y otra privada.

La primera versión sobre un vídeo publicado primeramente en el blog PuroNarco, que muestra la supuesta detención de la narcotraficante junto con otras tres mujeres; después de un interrogatorio, “La Wera Loca” es decapitada, del mismo modo que ella asesinó a sus adversarios lo que segun dijeron muchos que aplico el didho "El que a hierro mata a hierro muere".

La otra versión, guardada en los expedientes de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), señala que habría muerto en una refriega en San Fernando, cuando “Los Zetas” la emboscaron.

Sobre ella no hay fotografías, nombre real y apenas un esbozo de su edad cuando falleció: tenía 23 años cuando la comandante tuvo el mismo final que aquellos que mandó a la tumba.

Horas después de su muerte, su puesto fue ocupado por otra persona, su cuerpo fue enviado a la fosa y todas las joyas, ropa y dinero que cosechó sirvieron de nada.

Al final, su historia se pareció a ninguna y a la de todas y todos los que entran al crimen organizado.

0 comentarios:

Publicar un comentario