La cocaína que llegó por mar

En el siglo XVII, cuando los piratas atacaban un galeón, lo despojaban de oro, plata, tabaco, azúcar y demás productos valiosísimos para la época. Hoy día, los piratas se adueñan en alta mar de cargamentos de toneladas de cocaína. En el argot de los modernos corsarios se dice “tumbar la droga”.

Marta Durán de Huerta
El efímero paraíso en polvo, mientras más lejos esté de su lugar de producción, más caro será. En Australia, por ejemplo, un gramo de cocaína cuesta 785 dólares, casi lo mismo que un kilo en Colombia. 

Aunque el transporte marítimo de cocaína se hace por toneladas, la distancia, los riesgos y los sobornos aumentan los precios. Estos relatos, que incluyen mapas y precios, nos los ofrece la periodista y escritoramexicana Ana Lilia Pérez en su más reciente investigación periodística titulada “Mares de cocaína”, con el sello de Grijalbo no ficción. 


El texto, de amena lectura, parece una novela de Emilio Salgari.

Ana Lilia cuenta que se involucró con el tema después de investigar la corrupción en Petróleos Mexicanos (PEMEX) para su libro 'Camisas Azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos'. “Visité plataformas petroleras que están en el mar, a noventa kilómetros de la costa, en la Sonda de Campeche. Allá los trabajadores consumían cocaína y lo que en verdad me interesó fue averiguar cómo les llegaba la droga, pues la seguridad es impresionante. 

Por ser zonas de seguridad nacional, los controles son estrictos y sólo se llega en naves de la Armada de México. Se trata de instalaciones blindadas y celosamente custodiadas por fuerzas armadas y cuerpos policiacos con tecnología punta”.

Los narcotraficantes tienen un ingenio ilimitado para contrabandear estupefacientes. Cualquier tipo de barco es bueno. Si flota, sirve. Algunos navíos disponen de doble fondo; la droga se esconde en la quilla, en el sistema de ventilación, en los engranajes del cuarto de máquinas. 

Los barcos pesqueros congelan peces rellenos de droga en hielo tan grueso que los escáneres no pueden detectarlos. Hay fruta hecha de fibra de vidrio, pintada a mano y rellena de coca que logra engañar el ojo del aduanero. A veces los estupefacientes se mezclan con petróleo y después los ingenieros químicos la separan del combustible. Algunos tanques están recubiertos con plomo para evitar los escáneres. Transportan, según Ana Lilia, entre 5 y 10 toneladas de cocaína, es decir, una fortuna.

“La cocaína es la más rentable de las mercancías. No sabe de recesiones ni de desplomes en la bolsa”, recalca Pérez.

Nos cuenta que los grandes barcos sirven de naves nodrizas de las que salen lanchas rápidas o pequeños submarinos. No es un trabajo que se pueda improvisar sino que requiere de tecnología punta y personal altamente cualificado.
De su investigación se desprende que entre el 70 y el 80% de la cocaína que se consume en el mundo fue transportada por vía marítima. En el negocio participan agencias navieras y aduanas formalmente autorizadas por los gobiernos, hombres denegocios, astilleros, empresarios con licencia de pesca, importadores, exportadores, banqueros, jeques, agentes aduaneros y políticos.

En “Mares de cocaína”, Ana Lilia Pérez describe los escándalos del Gloria, el buque escuela de la Marina colombiana que dio la vuelta al mundo transportando cocaína, lo mismo que el Juan Sebastián Elcano, de la armada española, donde la Guardia Civil encontró 127 kilos de cocaína en el pañol, donde se guardan las velas:
“Los traficantes de la competencia filtraron los datos a las autoridades. A veces los traficantes cometen errores, por ejemplo, había un cargamento de cocaína en latas de frutas en almíbar y por error lo entregaron a alguien que en verdad esperaba fruta. En una ocasión en Alemania llegó al supermercado Aldi un cargamento de plátanos rellenos de cocaína. La policía siguió la ruta y así atrapó a los narcos. En contraste, ha habido casos en España donde la policía revende la droga incautada. En Portugal hay un grupo de élite para la detección de drogas y está formado por seis países europeos que vieron claramente que el tráfico de drogas vía marítima es clave. Estas naciones establecieron un centro de investigación marítima de inteligencia para frenar este flujo”.

Del derecho de piso al “derecho de agua”
El transporte marítimo de drogas sigue siendo el más rentable y eficiente. Las cartas náuticas son tan valiosas y secretas como en el siglo XVI, tanto para comerciantes como para narcos y piratas. No hay nada más preciado que una ruta segura.

La policía europea (Europol) le hace la vida difícil a los traficantes y a algunos funcionarios, que en una entrevista con Ana Lilia Pérez declararon que los narcos mexicanos ya se convirtieron en los “coordinadores” del tráfico mundial de cocaína. La expansión de los cárteles mexicanos en la eurozona va acompañada de violencia. La droga en el mercado europeo cuesta el doble que en Estados Unidos.

“Algunos capitanes de barco me revelaron los mecanismos de cooptación y reclutamiento de las mafias y cómo algunas tripulaciones fueron víctimas de traficantes. Las mafias operan con un nivel de coordinación en las que no hay barreras geográficas ni de lenguaje. El mundo marítimo tiene su propia lógica, su propia dinámica”, afirma la periodista Premio Nacional de Periodismo de México y Premio Leipziger Medienpreis. Ana Lilia Pérez tuvo que salir de México y acogerse a un programa de protección de periodistas en Europa. Tras dos años de exilio, regresa con “Mares de cocaína” bajo el brazo.
¿Se enteró algún mafioso que los andabas investigando?
“Yo creo que sí, tienen sus informantes, sus halcones (como se les llama en México). Son riesgos que corre cualquier periodista al hacer investigaciones de esta naturaleza. publicado por diario del narco Nunca sabes si estás hablando con un simple empresario o con uno de los operadores de la mafia. Esa es la operación real del crimen organizado que implica socios de toda calaña, de cualquier estatus social, de cualquier ideología".
"El crimen organizado opera más allá de cualquier gobierno, de cualquier ideología política. Como periodista, éste es uno de esos temas en el que no sabes hasta dónde te llevarán tus investigaciones”.
¿Desde el 2004 estás haciendo entrevistas?
“Entrevistas y viajes. Algo que me permitió entrar en este ámbito fue el trabajo previo que yo había hecho en el ámbito marítimo y petrolero porque en algunas partes están estrechamente vinculados. Documenté cómo muchos de los grandes buques petroleros que cruzan los mares del mundo y que pertenecen a compañías de gran prestigio, de alguna manera participan en operaciones de tráfico de drogas, ya sea de manera consensuada o de manera forzada. Un grave problema en países petroleros como Venezuela es que cuando los barcos fondean para cargar hidrocarburos esperando entrar al muelle, es cuando las mafias pueden colocarles el cargamento de drogas y ellos no se dan cuenta; las tripulaciones no saben lo que están transportando. Si el barco, convertido en nave nodriza, es sometido a una inspección y se detecta la droga, es la tripulación la que irá a la cárcel. Pueden pasar años tras las rejas antes de que se aclare su situación y se demuestre su inocencia. O en los mares del norte, si la mafia rusa te exige que lleves un cargamento, no puedes negarte. No hay escapatoria, ellos tienen contactos en todas parte del mundo y además, las represalias serán contra tu familia. Esto sucede también en México, en puertos como en Veracruz o Manzanillo”.
Ana Lilia Pérez agrega: “Para mí como mexicana fue muy importante hacer esta investigación, porque las organizaciones criminales mexicanas son las más importantes del mundo en el tráfico marítimo de cocaína, y esta expansión la lograron a partir del control y la infiltración en puertos de todo el mundo. El tráfico a gran escala sigue llegando a pesar de que Estados Unidos y varios países europeos se jacten de sus medidas de seguridad en sus fronteras. También quiero plasmar que la violencia que vivimos en México no es un asunto meramente geográfico y territorial. Los países destino de la droga tienen una gran responsabilidad y sus gobiernos también por omisión o por colusión. Además, los narcos lavan allí su dinero. Eso es parte de la criminalidad. Sin mercado no hay tráfico de drogas. El combate debe ser a nivel global”.

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