Una muestra del tráfico de heroína en EU

Sentado en un lujoso café de Albuquerque, con una gorra de béisbol y una sudadera, Demian Rubalcaba relató cómo sus antiguos proveedores le hacían llegar sus dosis de heroína.

“Siempre la mantienen [la heroína] en unos globitos de colores”, le dijo Demian “Cortan un círculo de una bolsa plástica de mercado, envuelven la heroína allí, la amarran, la enrollan y la meten en un globo. Conducen todo el día con [el globo] en su boca. De manera que, si los detienen, se la tragan”.

Rubalcaba, que ahora tiene un título de trabajador social y no ha consumido heroína durante nueve años, tomó un trago de café de su taza. Los traficantes que le vendían heroína tenían otros métodos para evitar ser atrapados, como cambiar sus puntos de encuentro con frecuencia, o conducir por barrios residenciales, recuerda Demian. 


Dice que las transacciones eran siempre rápidas: se acercaba al carro del vendedor, quien sacaba el globo de la boca, lo limpiaba, y poco después Rubalcaba se marchaba con su droga.

El relato de Rubalcaba no es único. En Nuevo México, la heroína es un problema histórico, que se remonta a las secuelas de la guerra de Vietnam, y a la vez ha experimentado un resurgimiento reciente dado que quienes toman medicamentos recetados buscan sustitutos más baratos. Por mucho tiempo Nuevo México ha tenido una de las más altas tasas per cápita de muertes por sobredosis con drogas en el país, un problema generado principalmente por el abuso de heroína y opiáceos recetados.

Sin embargo, Nuevo México no es el único estado afectado por la epidemia de heroína. En todo Estados Unidos, desde Nueva York a Baltimore y Kentucky, la heroína se cuela silenciosamente en hogares y centros educativos. El número de consumidores de heroína en todo el país casi se duplicó entre 2007 y 2013, llegando a cerca de 681.000, situación que ha propiciado lo que subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley, William Brownfield, ha denominado una “crisis de heroína a nivel nacional”. Datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus iniciales en inglés) muestran que las tasas de mortalidad por sobredosis de heroína en 28 estados de Estados Unidos aumentaron más del doble entre 2008 y 2012, lo que representa casi el 19 por ciento de las muertes por sobredosis con drogas en todo el país en 2013, último año en el que se dispone de datos.

El problema de la heroína en Nuevo México es particularmente grave debido, en parte, a su ubicación. El estado es atravesado por dos autopistas principales, una de las cuales va en dirección norte desde la frontera con México, y la otra se extiende desde California hasta Carolina del Norte, y ambas se cruzan en Albuquerque. Esto ha convertido a la ciudad más grande de Nuevo México en un punto estratégico de transbordo de heroína. “Es algo así como la autopista de la heroína”, dijo Jennifer Weiss-Burke, fundadora y presidenta de Healing Addiction in Our Community, una ONG dedicada a generar conciencia sobre el consumo de heroína.

Esto se evidencia al examinar los lugares donde se realizaron las incautaciones de heroína que se reportaron en 2014 al centro de investigaciones High Intensity Drug Trafficking Areas (HIDTA) en Nuevo México. El mayor número de incautaciones, 86, se presentó en el sureste del estado, mientras que la mayor cantidad de heroína fue incautada en los alrededores de Albuquerque.


Sean Waite, agente auxiliar especial de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés), encargado de la oficina del distrito de Albuquerque, le dijo a InSight Crime que su despacho ha identificado heroína con destino a Oklahoma y Kansas City, y recientemente detuvo a alguien que transportaba la droga a Baltimore. Durante un operativo en Nueva York en agosto de 2014, se incautó heroína por un valor de US$750.000, que las autoridades creen que entró a Estados Unidos por Nuevo México.

Un negocio familiar
Waite le dijo a InSight Crime que el tráfico de heroína en Nuevo México es usualmente realizado por pequeños grupos mexicanos vinculados por lazos familiares o de la misma comunidad. “Tienden a ser hermanos y primos o personas de la misma área geográfica o el mismo pueblo”, señaló.

Waite agregó que ningún grupo criminal controla toda la cadena desde la producción hasta la distribución. En cambio, estos grupos más pequeños tienden a pagar “impuestos” a las grandes organizaciones criminales por el derecho a pasar por su territorio y contrabandear heroína por México y a través de la frontera.

Según Waite, la droga es usualmente transportada a Estados Unidos y por todo Nuevo México en pequeñas cantidades en trenes de Amtrak, en autobuses o en automóviles. La heroína también se lleva a Nuevo México a pie. En enero, funcionarios estadounidenses le dijeron a The Washington Post que cada vez más los traficantes utilizan peatones para pasar heroína por la frontera, bien sea dentro de sus cuerpos o debajo de su ropa. Además, el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC por sus iniciales en inglés) del Departamento de Justicia de Estados Unidos informó en 2011 que se sabe que los traficantes de heroína también utilizan como contrabandistas a estudiantes mexicanos, quienes cruzan diariamente la frontera de Nuevo México para ir a sus escuelas.

A diferencia de la cocaína y la marihuana, una pequeña cantidad de heroína rinde bastante, lo que hace que incluso envíos pequeños sean altamente lucrativos. Según Waite, muchos consumidores habituales de heroína no se inyectan o fuman más de un gramo al día. “Uno podría fácilmente suministrar la dosis a mil personas al día con un kilo”, señaló. Rubalcaba recuerda que en el peor momento de su adicción fumaba un gramo o gramo y medio cada día, pero dijo que “una vez que ya eres muy adicto” un gramo al día es el promedio.

Operación “Balloon Fiesta”
Waite describe el sistema de distribución de heroína en Albuquerque como “similar a la distribución de pizza”. Una típica red de traficantes cuenta con un despachador que recibe llamadas de los clientes, y cinco o seis conductores con “una base sólida de clientes”, dice. Cada conductor puede tener entre 10 y 15 clientes leales a quienes les lleva heroína regularmente. Eso significa que una red de distribución típica podría tener unos 90 clientes regulares, y si la heroína se vende en promedio a US$50 el gramo, esto dejaría ganancias por unos US$4.500 al día. Según un cálculo estimado en 2012, cerca de US$300.000 se venden en heroína en Albuquerque diariamente.

Al igual que los individuos que transportan heroína a través de la frontera, quienes la distribuyen dentro de la ciudad de Albuquerque tienden a ser inmigrantes mexicanos indocumentados, anota Waite. Otro agente de la DEA, entrevistado por USA Today en 2014, dijo que las redes de tráfico de heroína en Albuquerque con frecuencia contratan conductores mexicanos, los pasan ilegalmente por la frontera y les proporcionan un lugar donde quedarse, un vehículo y manutención diaria. Mientras los conductores se encargan de proveer a los clientes, sus jefes recogen las ganancias y envían el dinero a México lo más pronto posible, para evitar tener que mover sospechosamente grandes cantidades de dinero en efectivo.

Un reciente operativo policial, con la contraseña de “Balloon Fiesta”, en alusión tanto a los coloridos globos usados para empacar la heroína como a un evento de globos aerostáticos (en inglés balloons) que tiene lugar en Albuquerque cada año, permitió ilustrar cómo operan estas redes. Esta investigación, que duró 15 meses, condujo a siete capturas y a la incautación de más de 11 kilos de heroína.

Según los documentos de acusación y los archivos judiciales consultados por USA Today, el líder de la red de traficantes de heroína, Miguel Bustamante-Conchas, había alquilado una casa para la distribución de heroína y les proporcionó autos y viviendas a sus conductores. También contrató a alguien para que supervisara a los conductores, recibiera quejas de los clientes e hiciera un seguimiento de los precios del mercado.

Bustamante-Conchas y tres de sus siete ayudantes acusados son ciudadanos mexicanos, según un comunicado de prensa de la DEA. Según USA Today, dos de los conductores de Bustamante-Conchas les dijeron a agentes federales que habían sido contratados para trabajar como distribuidores de heroína cuatro meses antes de su captura.

Heroína de clase alta
En Nuevo México, la heroína se ha asociado tradicionalmente con las comunidades pobres confinadas al norte del estado. Ahora, sin embargo, el consumo de heroína se ha extendido a otros sectores de la población, incluyendo las áreas ricas de Albuquerque.

La red de Bustamante-Conchas, por ejemplo, operaba en Northeast Heights, un barrio pudiente lleno de exclusivos centros comerciales y casas de adobe de dos pisos, ubicado al pie de Sierra de Sandía. Según la DEA, en los últimos años en esta zona se ha presentado “un problema creciente y generalizado de abuso de heroína entre adolescentes y adultos jóvenes”.

El cambio demográfico es propiciado en gran parte por el abuso de drogas prescritas. Muchos consumidores de heroína comienzan con analgésicos y luego cambian de droga una vez su prescripción o su dinero se agotan. Esto parece ser especialmente cierto entre los adolescentes. Rubalcaba, que alguna vez fue adicto a la heroína y ahora es trabajador social, le dijo a InSight Crime que cerca del 90 por ciento de los consumidores de heroína jóvenes que él conoce por su trabajo comenzaron tomando pastillas.

Las restricciones a los medicamentos prescritos han llevado a que el precio normal de los opioides recetados, como OxyContin y Percocet, se eleven a unos US$80 por cada pastilla de 80 miligramos. En contraste, tres gramos de heroína, conocida como “tripa” o “three pack”, que a la mayoría de los consumidores les puede durar por lo menos dos o tres días, cuesta US$125 en Albuquerque, según la DEA.

“No es que el precio de la heroína se haya disparado de repente porque la gente está probando una nueva droga, es por la adicción a las pastillas”, le dijo el vocero de la DEA Rusty Payne. ”En algún momento te quedas sin dinero, las pastillas son difíciles de conseguir o son muy caras. Y puedes obtener una sensación similar con la heroína. Y con mucha frecuencia, cuando alguien se vuelve adicto a las pastillas, el cuerpo desarrolla tolerancia a los opiáceos. Si llegas a ese nivel, necesitas algo más, algo mejor”.

El capitán Jerome Sánchez, jefe de la División Policial de Delitos contra la Propiedad en Santa Fe, la capital de Nuevo México, también expresó su preocupación por el consumo creciente de heroína en todo el estado. “La heroína ya no es una droga tabú”,  “Siempre recalco que a nuestros pasillos llega gente de apariencia ‘normal’ que son totalmente adictos a la heroína”.

¿Una tendencia creciente?
El problema de la heroína en Nuevo México no parece mostrar signos de disminución. A medida que en Estados Unidos disminuye la demanda por la marihuana de México, los cultivadores mexicanos están sembrando cada vez más amapolas en lugar de marihuana. Las organizaciones narcotraficantes parecen estar enfocándose en la heroína y la metanfetamina, las cuales, a diferencia de la cocaína, se pueden producir en México y son más fáciles de contrabandear que los grandes cargamentos de marihuana.

Los datos sobre incautaciones en el sureste también señalan la creciente popularidad de la heroína. Las incautaciones de marihuana a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos disminuyeron 37 por ciento desde 2011. Incluso durante el año fiscal 2014, las autoridades estadounidenses incautaron casi tres veces la cantidad de heroína confiscada en 2009 en la frontera sureste, según cifras de la DEA.

A nivel nacional, las incautaciones de heroína aumentaron casi el 90 por ciento entre 2009 y 2013. En Nuevo México, la cantidad de incautaciones de heroína en 2014 sobrepasó la de años anteriores, aunque el monto incautado ha variado de año en año.

Entre más heroína llegue a Estados Unidos proveniente de México, la droga quizá se volverá una alternativa más barata —y por lo tanto más atractiva— frente a los opiáceos prescritos en Nuevo México y en todo el país.

“Nuevo México es un caso único dado que aquí ha habido heroína durante mucho tiempo, pero parece que por todo el país está comenzando con el uso de pastillas”, dijo el capitán Sánchez, del Departamento de Policía de Santa Fe. “El asunto con este opiáceo ha surgido quizá en los últimos diez años y ha ingresado en la sociedad normal”.

Payne, el vocero de la DEA, hizo eco de la declaración de Sánchez: “Si hablas con fuerzas de seguridad en todo el país, te darás cuenta de que se enfrentan a la heroína en los centros de las ciudades y también en las áreas suburbanas, prácticamente en todas partes”, dijo. “En realidad, no hay ningún lugar geográfico o demográfico que actualmente no se vea afectado por la plaga de la heroína”.

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