Asediados por la Secretaría de Marina Armada de México y por grupos rivales, el grupo de sicarios de Los Ántrax, brazo armado de Ismael “El Mayo” Zambada, se ha visto disminuido por detenciones, muertes y delaciones.
Dos de sus prominentes integrantes permanecen recluidos en el penal de Aguaruto, uno pelea para no ser extraditado a Estados Unidos, y otro se defiende confesando que él no es quien dicen es. Es el “Monkey Ántrax”.
José Miguel Arano Montaño se encontraba dormido con su familia en su domicilio de la colonia Adolfo Ruiz Cortines cuando los infantes de Marina irrumpieron en su sueño. Estaba en la habitación con su esposa y su hija más pequeña, de un año y un mes de nacida. En el cuarto de enseguida dormían sus dos hijos varones.
“Fue cuando se escucharon unos fuertes golpes, no sé si fue en la puerta que se encuentra sobre la banqueta junto al portón, o en el portón de mi casa, y casi al mismo tiempo se escucharon unos gritos y tropeladas de personas que habían entrado a mi casa”, narró Arano Montaño en su declaración preparatoria ante el Juez Primero de Distrito que le dictó auto de formal prisión a los días de ser arresto, el 14 de noviembre de 2014.
La historia que cuenta y confiesa el presunto miembro de Los Ántrax es otra a la que los marinos relatan en sus partes oficiales y en sus declaraciones ministeriales al ministerio público de la federación.
En su defensa, el supuesto “Monkey” dice desconocer quiénes son Los Ántrax y mucho menos reconoce como su jefe a Rafael Guadalupe Félix Núñez, alias “El Changuito Ántrax”, a quien antes de su captura identificaban como el sucesor de José Rodrigo Aréchiga Gamboa, “El Chino Ántrax”, juzgado en la Corte de Distrito de San Diego, California.
La amenaza
Sin embargo, sus nombres, sus apodos, eran del dominio público. En abril de 2013 Arano Montaño y Félix Núñez fueron detenidos por el entonces secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, Alfonso Carlos Ontiveros Salas, en un operativo en las inmediaciones del panteón Jardines del Humaya.
Trasladados con un arsenal a la comandancia de Bachigualato, uno de los involucrados en este caso aseguró que fue el director de la Policía Ministerial Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, Chuy Toño, quien le telefoneó a Ontiveros Salas para que los dejara en libertad, a lo que éste accedió a regañadientes.
“No te metas en broncas”, le habría dicho Chuy Toño a Ontiveros con cierta resignación.
Libres pero fichados, “El Changuito” y “El Monkey” intimidaron al funcionario de seguridad. Temiendo por su vida, el alcalde Moisés Aarón Rivas Loaiza apoyado por el gobernador Mario López Valdez, enviaron de vacaciones forzadas a Ontiveros, hasta que las aguas se calmaron con su renuncia que disfrazaron de “licencia indefinida”.
Era la primera vez en muchos años que un funcionario municipal de primer nivel dimitía debido a una amenaza del crimen organizado. Ontiveros salió y más tarde fue acogido de nuevo por Héctor Melesio Cuén Ojeda, regresándolo como director de Jurídico de la UAS.
Las dos versiones para una misma detención
“De pronto —declaró Arano Montañ—, escuché que empezaron a subir en tropel por las escaleras de la casa y escuché que la puerta de mi cuarto se estrelló contra la pared, al parecer por un golpe o una patada que le dieron, y casi de inmediato también se abrió la puerta del cuarto donde dormían mis dos hijos.
“Nos apuntaron con las armas largas y nos gritaron “no se muevan, tírense al piso o los vamos a matar. Y tú, cabrón, ya te cargó la verga”.
Enseguida le preguntaron cómo se llamaba. En el cuarto continuo se oía el llanto de los niños rodeados por los marinos. Al decir su nombre, uno de los elementos le preguntó:
--¿A ti es el que le dicen Monkey, verdad? Te va a cargar la verga, te voy a amarrar y te vamos a llevar con nosotros.
Acto seguido, el marino le soltó sonora una bofetada con la mano abierta.
“Yo le contesté que no tenía ningún apodo”.
Arano Montaño describió que los elementos que penetraron en su casa portaban pasamontañas y vestían de uniforme camuflajeado, pero también reparó en que había otros hombres vestidos de civil, también con el rostro cubierto.
Una vez que fue sometido, los marinos comenzaron a quitarse los pasamontañas, salvo uno de ellos, que le soltó dos cachetadas a su esposa, debido a que le reclamó que lo maltratara.
Además, dijo, le hundió la cara en el colchón y le gritó:
-¿Quieres que mate a tu familia, pendeja?
La mujer, de quien no se dice su nombre, empezó a llorar silenciosamente. Pero en eso otro elemento reprendió al agresor:
—Cálmate Júnior, con las mujeres no nos pasamos de verga.
A la habitación entraron los dos niños acompañados por un marino y los acomodaron a todos juntos, y les hicieron agachar la cabeza.
Pero los pequeños lloraban, por lo que el marino agresivo hizo que se recostaran boca abajo en el piso, mientras le gritaba que se callara la boca, sin embargo, el llanto aumentaba. Ello exasperó al marino que le pegó un culatazo a uno de los niños en una costilla.
—Júnior, no te pases de verga, no seas culero, el niño no tiene la culpa.
La mujer y los niños lloraban —narró—, imploraban que no les hicieran daño a la familia.
Entonces los marinos arremangaron la piyama de Arano Montaño y le cubrieron el rostro para encaminarlo hacia la calle.
“Me di cuenta que era la banqueta porque a través de la camisa se traslucía la luz de un poste que está afuera de mi casa y que aluza casi toda la cuadra”, contó.
Eran aproximadamente las 3:00 horas del 14 de noviembre de 2014. Los marinos lo hicieron cruzar el pavimento para subirse a una camioneta civil color blanca, de la que no pudo identificar la marca.
En el interior le colocaron unas toallas femeninas en las muñecas y con vendas se las ataron lo mismo que los pies. Inmovilizado, recibió golpes en varias partes del cuerpo, mientras lo amenazaban de muerte.
Minutos después, le preguntaron cómo se encendía la camioneta Mercedes Benz que tenía aparcada en la cochera. Les explicó. Luego sacaron la unidad de lujo y, dando saltos por el pavimento, lo cambiaron de vehículo.
En su propia camioneta pasearon a Arano Montaño por varias colonias de la ciudad. Los marinos querían que identificara casas y rostros de personas que le mostraban en fotografías en un Ipad.
“Pero yo les decía que no conocía a nadie”.
—No te hagas, pendejo, si queremos te sacamos la cagada, así que dinos quiénes son.
Al no responder positivo, se lo llevaron a una casa en donde le pusieron una toalla mojada en el pecho y comenzaron a golpearlo y darle toques eléctricos.
Pero tampoco según su relato le sacaron ninguna información. Los marinos entonces se lo llevaron al cuartel que levantaron en el Parque 87, en donde le pusieron una grabadora para que hablara, así como le pasaron un escáner por los iris de los ojos.
“Todo eso me hicieron hacer por medio de golpes, aclarando que todo lo hice en contra de mi voluntad y por el temor de que algo le hicieran a mi familia”, dejó asentado en el acta ministerial.
Luego de que una doctora revisó las supuestas lesiones, fue trasladado a la Delegación de la Procuraduría General de la República, en donde relató todo esto.
Ante las preguntas el ministerio público federal, Arano Montaño sostuvo que las armas que presentó la Marina como suyas, fueron sembradas para incriminarlo, asimismo aseguró que la camioneta la compró producto de su trabajo lícito y rechazó conocer a cualquier integrante de Los Ántrax. Al final, expuso que quería interponer formal denuncia en contra de los marinos que lo torturaron durante horas.
“Y quiero corroborar que no conozco a ese tal Changuito que me decían y he participado en ningún tipo de delincuencia, y las armas no son mías ni las toqué ni mucho menos las miré. Es todo”.
A su favor, acudieron cinco testigos, todos ellos vecinos, así como su esposa, quienes corroboraron la versión de que fue arrestado en su domicilio de la calle Fernando Cuen, en la colonia Ruiz Cortines.
La versión de los marinos
Pero los infantes de marina que lo arrestaron contaron otra cosa. Según el parte elaborado por los elementos Oswaldo Aguilar Martínez e Hiram González Escarpulli, todo ocurrió alrededor de las 09:50 horas del jueves 14 de noviembre.
Relataron que patrullaban las calles de mencionado sector cuando de repente observaron a un hombre por la calle Fernando Cuen portando un chaleco antibalas.
Aguilar Martínez al ir de copiloto alcanzó a ver al sospechoso que se estaba subiendo un vehículo Mercedes Benz color gris, por lo que le dijo a su compañero que le cerrara el paso.
Al verse rodeado, Arano Montaño optó por descender de la unidad y escapar a pie, por el personal naval lo persiguió corriendo.
Fue el oficial González Escarpulli quien brincó de la caja de la unidad de la Semar y persiguió a Arano Montaño hasta darle alcance, debido a que éste cojeaba. Se arrojó al suelo, y al llegar el infante de marina observó que pretendía sacar algo de entre el chaleco antibalas, el cual tenía la leyenda en letras grandes: MKU.
Forcejearon hasta que el marino lo golpeó para neutralizarlo. Llamó al resto de los compañeros. Al revisarlo le encontraron una pistola calibre .9 milímetros de la marca Beretta con siete cartuchos en el cargador y uno en la recámara.
Al acudir a inspeccionar la camioneta se encontraron en el asiento del copiloto un fusil AK-47 marca Poly Tech Inc., de fabricación china. Tenía puesto un cargador con 29 cartuchos útiles y de repuesto había otro cargador abastecido.
Al ser cuestionado, dijo que las armas las traía para defenderse de los grupos rivales, ya que actualmente se encontraban peleando por la plaza.
“Dijo que también usaba ese arsenal para dar seguridad a su jefe, al que conocían con el alias de El Changuito Ántrax”, se lee en el parte oficial.
Todo esto fue posteriormente ratificado por el personal naval al declarar dentro de la averiguación previa que fue consignada.
Los inquilinos de Aguaruto
Del expediente obtenido se puede advertir que la Marina andaba en persecución de Los Ántrax. Un par de días atrás, en El Ranchito de los Burgos, El Salado, había sido detenido Ismael Zambada Imperial, hijo del líder del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada.
Durante el operativo había escapado su primo Eliseo Imperial Castro, alias El Cheyo Ántrax, integrante importante de este grupo criminal.
Quizá por ello, fue detenido primero Rafael Guadalupe Félix Núñez, El Changuito Ántrax, en un operativo realizado en la colonia 10 de Mayo cuando se encontraba supuestamente a bordo de una automóvil Nissan Sentra, en donde le encontraron un fusil AK-47 y un kilogramo de cocaína.
“Vienen por todos Los Ántrax”, decían en los corrillos policiacos.
Lo cierto es que Arano Montaño y Félix Núñez lograron ampararse para no ser trasladados de penitenciaría.
De los dos, el único que cuenta con un proceso de extradición hacia los Estados Unidos es El Changuito Ántrax, quien es requerido por la Corte de Distrito de San Diego, California, en donde fueron juzgados su jefe El Chino Ántrax y Serafín Zambada Ortiz.
Además, también cuenta con orden de presentación ante el Juez “El Mayito Gordo”, su hermano Ismael Zambada Sicairos, “El Mayito Flaco”; también está en la lista “El Cheyo Ántrax”, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, y otros socios del Cártel de Sinaloa, algunos prófugos y otros más bajo custodia en México.
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