EL pequeño Javier y su hermana menor estaban jugando tranquilamente en el patio de su casa, un día común y corriente, felices formando parte de una familia unida al lado de sus padres
Esa fue la última vez que los niños jugaron juntos, porque en un abrir y cerrar de ojos, Javier y su hermanita fueron raptados por dos sujetos de 31 y 42 años, dedicados al tráfico de órganos.
Desde entonces la vida del hermano mayor cambió por completo, pues lo que sucedió después quedará marcado en su memoria para el resto de su vida.
Javier no sabía que hacer, no sabía de qué manera actuar, le dolía en el alma lo que les hacían a todos en aquél sótano donde los tenían encerrados, él sólo quería proteger a su hermanita.
Aquel lugar estaba lleno de niños de edades similares, día tras día los hombres bajaban, los torturaban y los sacrificaban.
Constantemente recibían llamadas en las que les hacían un “pedido de órganos”, y era así como iban destazando a cada pequeño para su beneficio.
Un día, uno de los sujetos recibió una llamada donde le pedían una córnea de alguien que tuviera dos años, Javier estaba escuchándolo todo… Su hermana tenía esa edad…
El niño estaba atormentado por el miedo y la preocupación, sabía que en cualquier momento los hombres bajarían al sótano, torturarían y sacrificarían a la menor, y él tenía que hacer algo para salvarla.
Hizo varios intentos por escaparse, pero todos fallaron y fue violentado por eso.
No había muchas opciones, hasta que un día, uno de los hombres se descuidó y Javier aprovechó para llevarse su arma.
Javier había tomado una decisión, y lo hacía para protegerla: le disparó a su hermana y le quitó la vida…
El niño sabía lo que los hombres le iban a hacer a la niña y lo que iba a sufrir, y él no quería verla agonizando de dolor, así que prefirió matarla él mismo, rápido y sin tortura.
El sonido del disparo alertó a los vecinos que rápidamente llamaron a la policía, pero lamentablemente las autoridades recorrieron el lugar y no hallaron nada sospechoso.
Los agentes siguieron buscando y rastreando los pasos de los hombres, hasta que finalmente encontraron el sótano, quedándose atónitos al ver que había esqueletos de niños, y sólo 5 sobrevivientes, entre ellos Javier.
Al momento de trasladar al niño al hospital, gritaba suplicando que por favor “lo mataran porque no sabían lo que había hecho”.
Actualmente el niño está en su casa, con sus padres, quienes ahora lo llevan a sesiones de terapia psicológica para que logre superar el trauma que cambió su vida por completo.
Esta historia le ha dado la vuelta al mundo y extremadamente triste, también es un caso de alerta para las autoridades y sobre todo a los padres de familia, para que estén más atentos a los peligros que se exponen los más pequeños de la casa cuando les quitamos la mirada de encima, porque basta un instante para una tragedia obstruya vidas para siempre.
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