Escuadrones de la muerte abundan en ciudades como Reynosa y Matamoros

Reynosa, Tamaulipas.-La violencia imparable en esta ciudad fronteriza ha hecho que escuadrones de la muerte abunden.

Por la ciudad buscando a sus víctimas las cuales tendrán una muerte lenta y dolorosa o si salen con suerte serán ejecutados rápidamente en frente de sus familias. Mientras en otras partes del mundo el hecho de que existan grupos de sicarios secuestrando y ejecutando.

A sus víctimas sería una noticia alarmante, en las ciudades fronterizas de Reynosa y Matamoros  la práctica del levantón se ha convertido en algo de todo los días y que nunca se menciona en los noticieros y los periódicos.


Lo siguiente es una crónica de un levantón y ejecución a manos de sicarios que se han vuelto hechos cotidianos no solo en Reynosa y Matamoros sino que en todo el estado.

La pesadilla comenzó en un domingo del mes de febrero cuando hubo un despunte de la violencia por la disputa entre Los Metros de Reynosa y los Ciclones de Matamoros, fue en la colonia Jardines del Pedregal de la ciudad de Reynosa en Tamaulipas. Por la noche las calles de esta ciudad se encuentran desiertas pues la violencia acabo con cualquier semblante de una vida normal hace cinco años y la vida nocturna que antes se podía disfrutar con tranquilidad hoy es casi imposible pensarlo. El silencio de la media noche imperaba en la ciudad cuando un evento que se ha convertido en algo común ocurrió.

En las calles Paseo de Colinas y Almendro un comando de civiles encapuchados arribo a undomicilio particular, tocaron con insistencia la puerta, mientras gritaban y rodeaban la casa. Al no obtener respuesta empezaron a destrozar la puerta. La persona que buscaban caminaba en una plaza cercana en el interior del fraccionamiento en compañía de un familiar, en ese momento se dirigió a su domicilio donde al llegar fue amagado por los civiles armados y encapuchados junto con su acompañante.

Una acalorada discusión y forcejeo alerto a los vecinos, el tono de la confrontación los disuade de intervenir, testigos silenciosos observan el desarrollo de “un levantón”, practica muy común en estos tiempos de guerra entre carteles del narcotráfico; ver y callar es la regla para no ser una víctima más.

Al lugar arriban la esposa e hija del sujeto buscado, llorando suplican que no se lleven a su familiar, en la discusión se da un forcejeo y la persona logra escapar, sale corriendo y aborda su camioneta en un intento desesperado por salvar la vida, no logra encender la unidad y es ejecutado en ese momento con armas de fuego, nueve detonaciones terminan con su existencia.

El cadáver es bajado y lo arrastran hasta otra unidad, se lo llevan, así como la unidad donde pretendía huir, al resto de la familia no le hacen daño, pero esa noche no duermen en sudomicilio, buscan refugio entre los vecinos.

La mañana siguiente inician una tortuosa búsqueda del cadáver en las agencias del ministerio público, sin ningún resultado, días después reciben una llamada telefónica, donde  les informan que desistan de su búsqueda, el cadáver no será entregado y que por su bien se vaya toda la familia de la ciudad y el ejecutado sera uno mas de los desaparecidos.

La casa hoy está vacía, la historia trasciende gracias a los testigos mudos de aquella trágica noche, una historia más de una cifra indeterminada de víctimas en estos cinco años de guerra, algunos con vínculos criminales, algunos inocentes, familias rotas, migración forzada, cifras que nunca serán oficiales en un estado donde la opacidad institucional es costumbre y hasta norma. 

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