Fotografias de " Los Niños" Sicarios de Tamaulipas

Para el narcotráfico son la mano de obra barata, sicarios de frente sin experiencia, cuerpos para colgar en las esquinas de las colonias: “halcones” que se hacen pasar por adolescentes comunes y muchachas violadas en territorios rivales. 

Niños y jóvenes son importantes para la estrategia comercial y de guerra.

La delincuencia organizada enraizó en México y en las generaciones que crecen y nacen después de 2000, cuando comenzó la mutación y proliferación de cárteles y capos. El territorio nacional se fracturó y la infancia quedó vulnerable.

Mientras, especialistas analizan si los menores de edad son susceptibles a imitar a los narcos o no, en la sierra, en las colonias populares y en las pequeñas poblaciones del país, hay niños explotados porque ni sus padres ni el Estado les ofrecen una salida.

Fotos niños sicarios en Reynosa publicados recientemente en Valor Por Tamaulipas

Joven Halcón muerto recientemente quien fue levantado en Rio Bravo una victima mas de las pugnas en el Cartel del Golfo o como dicen murió en el "Jale" sea como sea es lamentable la corta vida que llevan estos jóvenes que decidieron enrolarse en el crimen.


Ella sobrevivió al cambio de poder del Cártel del Golfo a Los Zetas. Se supo mimetizar y pago con favores sexuales su continuidad en el narcomenudeo en los límites de Tamaulipas y en la plaza de Zacatecas. Juana fue conocida como una mujer con buenas relaciones con el narcotráfico.

A Humberto, su sobrino, todavía lo recuerdan por ser amigable. En el carisma escondía la muerte. No había terminado la preparatoria cuando la jerarquía del narco llamó su atención y su bolsillo. 

Y para un pueblo, dos cabecillas era demasiado. Encontraron a Juana muerta, aunque la familia lo negó. El nuevo rango de su sobrino lo delataba.

Matamoros fue su tumba del joven que apenas y cumplía los 16 años. Interceptaron el convoy en el que viajaba. 

A fuego cruzado lo sentenciaron. Su cuerpo fue parte de la noticia principal en los telediarios por la cantidad de muertos que hubo en esa refriega. 

Regresó a su pueblo con la misma pistola, pero sin alma; se la llevó el plomo.


El estilo de vida narco se aprende como cualquier otro tema, según la psiquiatraHelen Morrison, autora del libro Mi vida con asesinos seriales. 

Los menores que son mayores a cinco años y son testigos de las agresiones o a la forma de vida de los delincuentes, lo imitan simplemente por verlo, porque no hay un juicio entre el bien y el mal.

En contraparte, Juan Martín Pérez García, presidente de REDIM, asegura que no hay registro científico de que los niños o adolescentes imiten actitudes del mundo del narcotráfico, más bien se insertan en esa vida por asuntos comunales o familiares; si una persona cercana forma parte de las lindes delincuenciales, es factible que entren a las filas del crimen organizado.

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