Fronterizos alivian con drogas estrés ‘posguerra’ de Carteles

Debido a la guerra de cárteles que vivió, Ciudad Juárez se encuentra en la peor situación de su historia, en un grado de máxima descomposición social y con un incremento de adicciones y enfermedades en todas las edades, advirtió Sergio Antonio Rueda, presidente de la Junta Mexicana de Certificadores de Profesionistas en Adicciones, Alcoholismo y Tabaco.

Juárez se está convirtiendo “en una ciudad sedada debido al estrés que conlleva un alto nivel de desesperación y que ha orillado a los fronterizos a sedarse con las drogas”, apuntó el doctor en medicina conductual tras la alerta de organizaciones sociales sobre el incremento de niños y adolescentes adictos a la mariguana y el agua celeste.

En el poniente de la ciudad, los menores tienen a su alcance desde un cigarrillo de mariguana por 5 pesos, hasta una “garra” de agua celeste a cambio de sólo 2 pesos, según lo detectado por asociaciones como la Organización Popular Independiente (OPI) y el Grupo Compañeros.


Se trata de niños desde los 10 años de edad, principalmente del centro y poniente de la ciudad, que no van a la escuela y viven en extrema pobreza, señaló Catalina Castillo, directora de la OPI.

Los “hijos de la guerra” son niños que vivieron los primeros años de su vida en la cumbre de la violencia y que ahora están creciendo en medio de una “maldad potencializada”.

La guerra representa uno de los eventos traumáticos más poderosos y asociativos del ser humano, por lo que los años recientes de violencia dejaron afectaciones en una sociedad que quedó aún más vulnerable por múltiples factores, como la pobreza, explicó Rueda.

Todo lo que se generó en una guerra fallida colocó a Chihuahua entre los principales estados del país en consumo de marihuana, cocaína y otras drogas, destacó.

“La primera causa de muerte ya son enfermedades relacionadas con las adicciones, y el resto vienen por estrés, como infartos y diabetes”, comentó.

Los juarenses viven en un constante estado de vigilancia, con las pupilas dilatadas, alertas al posible peligro que tienen alrededor.

Dijo que el corazón de los fronterizos está bombeando más sangre más rápidamente, como si siempre estuvieran listos para pelear, debido a toda la tensión que vivieron los últimos años.

“Tenemos mayor cortisol, la sustancia del estrés que produce que se activen todas las hormonas relacionadas con la agresión y problemas sexuales de insatisfacción”, explicó el doctor en medicina conductual.

Dijo que existe una conexión poderosa entre el estrés, el cortisol y las sustancias que producen la agresión, con la violencia social, porque la ciudad no percibe ninguna solución.

“Nuestra sociedad cayó en una etapa de vulnerabilidad terrible a nivel global, nos sentimos vulnerables ante la agresión de los narcotraficantes, el exceso de la disponibilidad de drogas, la violencia, la falta de oportunidades académicas y la falta de trabajos bien remunerados”, aseguró.

Consideró que un ejemplo de esta maldad que sigue creciendo de manera geométrica en la ciudad, es el crimen de Irving Reyes, de 14 años de edad, el estudiante de la secundaria Altavista que hace unas semanas fue asesinado por cuatro adolescentes, aparentemente bajo la influencia de la mariguana y otras drogas.

“Se vive todo el trastorno, depresión, ansiedad, pobreza, desempleo y si tenemos a una persona que desarrolla patologías psicométricas bajo la influencia de las drogas, esa persona va a cometer un crimen con más sadismo”, explicó.

A la gente le sorprende que pasen cosas que antes no ocurrían, porque ya no existen los mismos lazos familiares de antaño, apuntó Rueda.

“Todas las estructuras psicosociales de Juárez a nivel global metabólico han cambiado; se habla de que Juárez sale adelante, que Juárez vive. pero Juárez está muerto hace mucho tiempo porque no sucede nada y todos estamos vulnerables”, consideró.

Mientras tanto, organizaciones como la OPI urgen a las autoridades a tomar acciones para atender a los niños y adolescentes consumidores de drogas y evitar que se conviertan en victimarios, como los presuntos asesinos de Irving Reyes.

Julián Rojas Padilla, coordinador del área de trabajo con personas que se inyectan drogas en Grupo Compañeros, también alertó sobre la agresividad y los constantes daños que causa principalmente el agua celeste en los menores.

Cada vez es mayor el número de adictos a esta droga, que además de ser barata es fácil de conseguir y se distingue por ser una droga grupal, de manera que los menores se reúnen para inhalarla y multiplican el número de víctimas.

“Hemos visto afectaciones muy severas en las personas que usan agua celeste, como mucho desgaste físico, muchos chavos que se van quedando arriba, tienen daños sicológicos y psiquiátricos irreparables”, señaló Rojas Padilla.

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