De prostituta a jefa de los Zetas

Su principal trabajo era matar a los secuestradores rivales de la zona.

Sandra tenía apenas 15 años de edad, ya había comenzado a prostituirse en la calles de Cancún y en tan solo tres años su vida dio un giro inesperado: ingreso a uno de los carteles más sanguinarios de México, el de los Zetas. Fue jefa de halcones y aprendió a matar a sus rivales.

No era cualquier prostituta en la organización criminal, era lidereza y tenía a su mando a 53 personas dispuestas a matar. Su reputación fue creciendo rápidamente y escaló posiciones desde secuestradora hasta sicaria donde su principal trabajo era matar a los secuestradores rivales de la zona.


Hoy han pasado tres años, ella tiene 18 y se encuentra recluida en una prisión de Tabasco, de donde es originaria. Su vida como asesina e integrante del cartel de los Zetas terminó y dice querer comenzar una nueva vida, "trabajar, estudiar en la universidad para ser laboratorista dental; vivir tranquila, dedicar tiempo al cuidado de su hija y formar una familia”; pero aún le quedan 4 años que debe cumplir por los delitos que le fueron imputados: homicidio y secuestro.

“Me dedicaba a la prostitución en Cancún desde los 15 años, me cansé de tanto abuso, un cliente me violó y quedé embarazada, por eso regresé a Tabasco”, narró cuando fue ingresada al Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

Problemas

El ambiente de drogas y alcohol que vivía en su casa no le causó problemas, pero acepta que no le gustaba estudiar porque le aburría, tampoco sufría violencia intrafamiliar pero si necesitó más de su padre quien vivió poco tiempo con ella y quien además murió de tuberculosis; su madre, con primaria terminada tampoco estaba mucho tiempo con ella porque trabajaba en las plataformas de Petróleos Mexicanos (Pemex), lo que la obligaba a estar por varios meses fuera de casa.

El prostituirse le dejó una hija, la cual nunca a celebrado un cumpleaños, y a pesar de que Sandra siempre recibió el apoyo de su madre, la bebé jamás tuvo juegos entre madre e hija. 

"Me ofreció trabajar de halcón, después fui jefa de halcones y, al final, me pasaron a secuestros, levantones y a ejecutar a los secuestrados; mi grupo era de 53 personas”, dijo cuando le preguntaron sobre sus inicios en la organización criminal.

Su último 'jale', como le llama a su último secuestro, fue cuando se dirigía a cobrar el rescate que pedían por soltar a la persona: "Algo salió mal y aquí estoy" dijo.

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