"El narco que CACHETEO a 'El Señor de los Cielos'", Revelaciones del un NarcoJoyero

Con grado de doctor en joyería fina, Tomás Colsa Mcgregor, testigo protegido de la Procuraduría General de la República, entre 1982 y 1997 convivió con la nomenclatura del narcotráfico en México. 

Ésta es parte de su historia, contenida en el expediente 101/2007, cuyas revelaciones sirvieron para abrir procesos penales contra varios miembros de la delincuencia organizada

Tomás Colsa Mcgregor conoció y se hizo amigo de los narcotraficantes durante más de una década (1982-1997), periodo en el que floreció el cártel de Juárez de Amado Carrillo Fuentes, que mantuvo en jaque al gobierno mexicano hasta la supuesta muerte del Señor de los Cielos, ocurrida el 6 de julio de 1997.

Capos del primer nivel como Gabino Uzueta Zamora, el Pico Chulo; Manuel Salcido Uzueta, el Cochiloco; Rafael Caro Quintero; Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto; Miguel Ángel Félix Gallardo, el Flaco; Ramiro Mireles Félix; Rafael Aguilar Guajardo; Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos; Jesús Héctor Palma Salazar, el Güero Palma; Joaquín Guzmán Loera, el Chapo Guzmán; Juan Pineda Trinidad; los hermanos Muñoz Talavera, Pastor Álvarez Félix, Omar Camejo, eran amigos íntimos de Mcgregor, conocido en el medio como el joyero del Señor de los Cielos.


A raíz de su relación con el capo Gabino Uzueta Zamora, el Pico Chulo, de quien se hizo su compadre, Mcgregor cuenta cómo Ramiro Mireles bajaba aviones en Cancún, Quintana Roo, bajo la protección del encargado de la plaza de la Policía Judicial Federal, el comandante Adolfo Mondragón Aguirre, quien trasladaba la cocaína por vía aérea a la ciudad de Zacatecas, ya que en Cancún los aviones procedentes de la isla de San Andrés, Colombia, sólo se reabastecían de combustible.

Dice que así operaban los narcotraficantes Rafael Muñoz Talavera, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes, con apoyo de los comandantes de la Policía Judicial Federal y de la Policía Federal de Caminos. Trasladaban aviones diariamente, cada uno con 1 mil 500 kilogramos de cocaína. De la mercancía puesta en Estados Unidos, un 60 por ciento correspondía a los colombianos y 40 por ciento, al cártel mexicano.

A la muerte de su compadre Gabino Uzueta, el Pico Chulo, ocurrida en 1986 en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en Mazatlán, Sinaloa, quedó al frente del negocio su cuñado Pedro Lupercio Serratos, quien se hizo del control de las plazas de Jalisco y Chihuahua, para transportar desde Colombia grandes cantidades de cocaína. Chihuahua era controlada por Amado Carrillo Fuentes y Rafael Aguilar Guajardo. Mcgregor se hizo compadre de Lupercio Serratos, uno de sus principales clientes de joyería.

A principios de 1986, Mcgregor conoció a Amado Carrillo Fuentes en Guadalajara. Ahí se lo presentó el comandante de la Policía Federal de Caminos Fernando Ramírez, en presencia del comandante Lucio Puente, destacamentado en Puerto Vallarta, Jalisco.

Amado Carrillo estaba interesado en conocer a Mcgregor, ya que a través del comandante Fernando Ramírez supo de su relación con los comandantes de la Policía Judicial Federal y de la Policía Federal de Caminos, incluyendo en ese entonces al director general Enrique Harari y al comandante Chao López, a quienes se los había presentado su compadre el Pico Chulo.

De esa reunión ya le había hablado el comandante Miguel Silva Caballero, quien le explicó que Amado Carrillo quería conocerlo, con el fin de establecer contacto por su conducto con todos los comandantes, para que le brindaran protección de los cargamentos de marihuana y cocaína que transportaba por territorio mexicano hacia Estados Unidos.

Mcgregor se puso de acuerdo con los comandantes Miguel Silva Caballero, el Chico Changote; Raúl Fuentes, Guillermo González Calderoni, de la Policía Judicial Federal, quienes estuvieron de acuerdo en brindarle protección a Amado Carrillo a cambio de 100 mil y 500 mil dólares, según la cantidad de droga que se lograra pasar a Estados Unidos.

El 25 de marzo de 1986, Mcgregor se encontraba en su domicilio de Guadalajara, Jalisco, ubicado en Paseos del Prado 1424, colonia Colinas de San Javier, cuando recibió una llamada telefónica del capitán Vega del Ejército Mexicano, de la 15 Zona Militar, adscrito al Grupo de Información Militar, quien le advirtió que se salieran de inmediato, ya que elementos del Ejército los iban a matar.

Mcgregor, en compañía de Otho Camarena y Javier García Morales, salieron de su domicilio. Llevaron consigo 5 millones de dólares en alhajas y dólares. Se fueron a las suites Las Margaritas, donde de manera permanente tenían una habitación cuyo alquiler pagaba García Morales.

Posteriormente se trasladaron a la casa de Amado Carrillo en la colonia Country, donde esperaron al Señor de los Cielos, quien les prestó un Ford Grand Marquis, modelo 1984, con radio y teléfono para comunicarse. Los comandantes Lucio Puente y Fernando Ramírez, de la Policía Federal de Caminos, los escoltaron desde Guadalajara hasta la ciudad de Zacatecas.

De ahí viajaron a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, y luego a Reynosa, Tamaulipas, de donde se pasaron a Estados Unidos. Llegaron por McAllen, Texas, hasta el aeropuerto de San Antonio. Ahí abandonaron el Grand Marquis y tomaron un avión comercial a la ciudad de Phoenix, Arizona, donde se quedó Otho Camarena. Luego, Mcgregor se trasladó a Nueva York y tomó un vuelo a España. Radicó en el puerto de Marbella de 1986 a 1988, tiempo en el que se dedicó a gastar los 5 millones de dólares y el lote de joyas que llevaba.

En el operativo militar, detuvieron a 19 personas, incluyendo a su hermano Felipe. Mcgregor era buscado por el general Vinicio Santoyo Feria, quien pensaba que se había quedado con la plaza de tráfico de drogas en lugar de su compadre Gabino Uzueta Zamora.

Después de permanecer en Marbella, España, Mcgregor regresó a México. Llegó primero a la ciudad de Cancún, donde permaneció dos meses. Ahí contactó a Adolfo Mondragón Aguirre, comandante de la Policía Judicial Federal, y al encargado de la plaza de Quintana Roo, Omar Camejo, dueño de la cadena de restaurantes Rincón Yucateco, ubicados en Cancún, Quintana Roo; Mérida, Yucatán, y Guadalajara, Jalisco. Mondragón Aguirre y Omar Camejo controlaban el negocio del tráfico de cocaína: bajaban aviones en pistas clandestinas ubicadas entre Cancún y Tulum.

Mcgregor permaneció dos meses en Cancún; después se fue a Cuernavaca, Morelos, en la colonia Vista Hermosa, donde radicó cuatro meses. Contactó nuevamente a los comandantes de la Policía Judicial Federal, Víctor y José Luis Patiño Esquivel, Amado García y Javier Gómez, quienes brindaban protección a Amado Carrillo Fuentes. Éstos eran gente del exdirector de la Policía Judicial Federal, Adrián Carrera Fuentes, quien brindaba protección al cártel de Juárez a cambio cantidades fuertes de dólares.

Mcgregor recuerda que el 5 de junio de 1988 recibió una llamada telefónica del entonces comandante de la Policía Judicial Federal Guillermo González Calderoni, quien le manifestó que tenía la orden de llevarlo a Guadalajara. Estableció un cerco a su casa de Cuernavaca, y le indicó que se entregara por su bien y el de su familia, en virtud de que se encontraba un proceso pendiente en su contra, relacionado con el operativo militar del que había escapado.

González Calderoni era su amigo y lo convenció de llevarlo a Guadalajara, al penal de Puente Grande, donde se enteró que existían diversos procesos en su contra por delitos contra la salud en sus modalidades de posesión, tráfico, introducción, distribución de marihuana, así como acopio de armas equiparable al contrabando, procesos radicados en el Juzgado Cuarto de Distrito en el estado de Jalisco.

Mcgregor permaneció preso 10 meses, pero salió absuelto de todos los delitos que se le imputaban. Durante ese tiempo, en Puente Grande estrechó relaciones con los narcotraficantes Juan José Quintero Payán, Arnulfo Robles Heras, los hermanos Álvarez Tostado, principalmente el Herford; Miguel y Francisco Quintero Payán, Lito Fernández, Emma Mondragón, jefes del cártel de Michoacán.

Ya fuera de Puente Grande, a principios de 1990, contactó a Víctor y José Luis Patiño Esquivel, jefes de seguridad de los reclusorios Sur y Norte, respectivamente, cuando fungía como director de reclusorios del Distrito Federal Adrián Carrera Fuentes. Les pidió una entrevista con Amado Carrillo, preso en el Reclusorio Sur de la ciudad de México.

Mcgregor se trasladó de Guadalajara a la ciudad de México, donde lo recibió José Luis Patiño, y previa autorización de Amado Carrillo, lo llevó al hotel Paraíso Radisson, propiedad de Rafael Aguilar Guajardo y del propio Amado Carrillo, y logró entrevistarse con Amado en el Reclusorio Sur.

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