Es la droga más adictiva del planeta. Aspira a dominar el mercado. En México ha aumentado su producción en los últimos 10 años y la demanda no deja de crecer.
Datos de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) revelan que nuestro país es el principal exportador de heroína hacia la Unión Americana. El número de estadounidenses que utiliza esta droga se ha duplicado en tan solo unos años. En el 2007 el promedio de consumidores era de 106 mil. En 2014 la cifra se disparó hasta llegar a los 212 mil. La National Survey on Drug use and Health (NSDUH) estima que en la actualidad, aproximadamente 500 mil norteamericanos son adictos a esta droga letal. Son más de 50 mil personas las que mueren anualmente por sobredosis de heroína en EU. Esto supera incluso los decesos causados por accidentes de tránsito.
La disparidad en los precios de su comercialización juega un papel importante. Mientras un kilo de heroína se consigue en aproximadamente 2 mil dólares en el mercado mexicano, en USA se puede cotizar hasta en 50 mil. El negocio es peligroso pero también muy atractivo. En su conjunto los estadounidenses destinan aproximadamente 27 mil millones de dólares al año para comprar heroína.
Mientras allá se matan a jeringazos, acá lo hacemos a balazos. El cultivo de amapola se incrementó en un 50% en estados como Sinaloa, Durango y Guerrero. En este último la violencia ha aumentado de forma alarmante entre los grupos que se disputan el control de los plantíos y el mercado.
Por eso es tan increíble como indignante que, a pesar de lo crudo de las cifras, en México estemos tan lejos de una regulación que permita producir amapola para generar morfina. Está claro que esto no termina totalmente con el problema. Mientras los adictos a la heroína tengan dinero en sus bolsillos, la ambición seguirá llevando a muchos a la muerte. Pero regular el mercado forma parte de la solución. No deben además perderse de vista los enfermos necesitados de morfina para controlar sus dolores y padecimientos.
La urgencia de contar con una reforma en la materia es fundamental para avanzar hacia escenarios más controlados y responsables. La otra es dejar que el fenómeno crezca, que Guerrero se pudra y los enfermos se mueran de dolor.
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