“Aquí los amparos valen madre, mírame la cara, veme bien, aquí se hace lo que nosotros queremos.
Veme a la cara para que veas quién soy, yo no me voy a estar escondiendo porque yo voy a ser quien te va a estar partiendo la madre; ni tus demandas ni tus amparos ni derechos humanos te van a salvar”, le dijo un custodio del penal federal de mediana seguridad número 13, en Miahuatlán, Oaxaca, a Raúl Junior Hernández González, según el testimonio del pasado 4 de mayo, integrado a su expediente.
El joven tiene 27 años. Presume inocencia de los delitos de delincuencia organizada y homicidio que se le imputan. Rechaza ser jefe de una célula de Los Beltrán Leyva.
En entrevista, la madre de Junior Hernández, Blanca Estela González, dice que él no es la persona que dicen las autoridades. Su defensa afirma que los testigos protegidos Lucero y Zajed, a quienes utilizaron en ese caso, dijeron no conocer al joven preso en el municipio oaxaqueño.
De acuerdo con el expediente, Jazmín Borbón Ochoa, encargada del penal, fue denunciada por maltrato y abuso de autoridad ante la Procuraduría General de la República (PGR), que posteriormente inició una carpeta de investigación. El caso también se encuentra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Hernández González fue detenido en noviembre de 2011 e ingresó al penal de Puente Grande, Jalisco, donde recibió una sentencia de 20 años. En septiembre de 2015 fue trasladado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 13 de mediana seguridad, de Miahuatlán, Oaxaca.
Su madre promovió un amparo para que se le diera el trato médico que requería, puesto que es asmático y necesita lentes. Según Blanca Estela González, se han solicitado dos amparos que causaron molestia a las autoridades encargadas de ese penal. Insiste en que su hijo ha sufrido agresiones.
En su declaración, el inculpado relata: “Llegaron cinco custodios, ingresaron a mi estancia, me esposaron y me pidieron que me tirara al piso bocabajo, me empezaron a golpear en las costillas, cabeza y echándome gas que me provocó un ardor, me retorcían y seguían pateándome en la boca del estómago para inhalar el gas, me hacía que me sofocara, lo que me afectó más debido a que padezco de asma”.
Por prescripción médica, Junior Hernández González debe utilizar lentes, zapato ortopédico y una rodillera. Se le tiene que dar medicamento por gastritis y asma, pero no se le otorgan las facilidades para ello.
La defensa presentó una denuncia en el juzgado octavo por falta de atención médica a finales de 2015. Se ganó, pero las autoridades penitenciaras aseguran que el joven no aceptó el tratamiento, no obstante la defensa dice que Raúl Hernández no quiso el medicamento porque no le indicaron de qué sustancia se trataba.
Derivado del amparo, comenzó a recibir amenazas y ser golpeado por los celadores; incluso fue llevado a un área especial y segregado de la población, asegura la madre y la defensa, quienes promovieron el segundo amparo por actos de tortura y lesiones.
El juzgado quinto de distrito dio la suspensión y pidió el cese de cualquier acto de tortura. El 14 de abril se presentó un actuario del juzgado y certificó registro de lesiones. Ese día ratificó su demanda de amparo y por eso fue golpeado de nuevo.
“En la parte de la frente y cabello le levantaron la piel, las muñecas estaban lesionadas, tenía golpes en las costillas, cuello y nuca. Se le paraban en la cabeza”, comenta la madre del joven.
En la queja 3825/2016 de la CNDH, la madre de junior expuso las agresiones y maltratos por parte de custodios. Señaló que lleva más de 90 días en el área de castigo y que no le permiten salir, como ocurre con su compañero de celda. La denuncia en PGR presentada el 4 de mayo de 2016 quedó bajo el expediente 559/2016.
Hernández González y su madre se dedicaban a vender ropa en tianguis en el Estado de México, Morelos y la capital. En noviembre de 2011, cuando tenía 22 años, Junior fue detenido en Cuernavaca y trasladado a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada.
La PGR ofrecía una recompensa de tres millones de pesos por una persona de nombre Raúl Junior alias El Rulo; al momento de su captura se encontraba con otras dos personas a bordo de un vehículo con reporte de robo y en posesión de arma de fuego.
En el penal de Puente Grande, Raúl Junior ganó el certamen de La Voz Penitenciaria. Su madre asegura que su comportamiento en prisión era tranquilo sin buscar problemas.
En un día de visita, Junior, desesperado y atemorizado por el trato que recibe en prisión le comentó a su madre: “Yo nunca había sentido este miedo, ahora entiendo porque muchos aquí se quieren suicidar, uno se desespera tanto que lo que deseas es la muerte; llegas al borde de la locura”. Esto preocupó a Blanca, pues teme que en algún momento su hijo lo quiera intentar.
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