En su estado natal Veracruz, el alguna vez empresario corpulento y de bigote había sido fundador de una próspera compañía de limpieza para el sector petrolero, propietario de aviones privados y de algunos de los más rápidos caballos cuarto de milla en Estados Unidos.
Pero desde que fuera sentenciado en mayo de 2013, Colorado de 53 años, ha luchado contra la imagen de que realizó ‘lavado de dinero’ para la organización criminal más sangrienta en su país natal, “Los Zetas”.
Pero desde que fuera sentenciado en mayo de 2013, Colorado de 53 años, ha luchado contra la imagen de que realizó ‘lavado de dinero’ para la organización criminal más sangrienta en su país natal, “Los Zetas”.
Y luego que una serie de apelaciones en cortes federales de Nueva Orleáns le otorgara a su caso una rara revisión el mes pasado, sus abogados tienen la confianza de que podría recibir un nuevo juicio –si no es que una exoneración.
El caso podría servir como un tornasol, aseguran expertos legales, debido a que mientras las empresas delictivas se han vuelto más globalizadas y sus esquemas para lavar dinero más sofisticadas, las cortes federales tienen que decidir dónde marcar la línea entre los cómplices y quienes actúan sin saberlo o sin disposición para aquellas.
Los fiscales aseguran que los cárteles de las drogas necesitan de hombres como Colorado, uno de los más ricos e influyentes prestanombres que ayudó a sus miembros correr, vender y criar caballos cuarto de milla a través de transacciones opacas en un plan para limpiar sus ganancias ilícitas. Pero Colorado, que fue sentenciado a 20 años de prisión, desea que su veredicto como culpable sea revocado bajo los argumentos de evidencias insuficientes (arguyendo que la adquisición de esos equinos se realizó con recursos legítimos) y de que teme por su vida.
“Se han formulado tantas acusaciones falsas contra mí”, señaló a finales de diciembre desde prisión.
El caso de lavado de dinero en el que se involucró Colorado ha sido clasificado como uno de los más extensos y uno de los más complejos de procesar en el centro de Texas, conjuntando a cerca de 20 acusados, de los que más de una docena se declararon culpables.
Durante un juicio federal en Austin, los fiscales presentaron a Colorado como uno de los líderes de una red que traficaba cocaína desde Colombia y Venezuela a la frontera norte de México, donde sus jefes en “Los Zetas” dirigían cargamentos a puntos tan distantes como Chicago. Las autoridades sostienen que las ganancias regresaban a México en efectivo y eran invertidas en diferentes compañías, como la suya, ADT Petroservicios en Veracruz.
Colorado y otros dueños de empresas, sostuvieron, emplearon estos recursos para adquirir caballos y cubrir gastos relacionados.
No obstante, en una entrevista con American-Statesman, Colorado asegura que miembros de Los Zetas le dieron dos opciones: comprar los equinos o morir. Otros dos prominentes empresarios que provocaron la ira del cártel fueron asesinados, según certifican testigos. Otro fue secuestrado y golpeado con rifles de asalto.
Colorado obedeció, asegura, pero los fondos que usó provenían de contratos que celebró legalmente con Petróleos Mexicanos, o Pemex, la paraestatal petrolera del Estado mexicano. El alto y encanecido empresario intentó realizar esta defensa de su caso durante su sentencia.
“Le pregunto, ¿qué hubiera hecho si se encuentra comprando o adquiriendo algo”, –cuestionó a un juez en español–, “y recibe una llamada donde le dicen: ‘hazme el favor de comprar esto o tu familia muere’?”.
Ahora sus abogados han presentado el mismo argumento ante la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito. El Gobierno, aseguran, depende en gran parte del testimonio de tres ex narcotraficantes que sostienen que Colorado desarrolló su empresa en una compañía lucrativa a través de los fondos de un líder de “Los Zetas” en Veracruz que falleció en marzo de 2007.
Pese a lo anterior los peritos nunca encontraron ningún indicio de depósitos por parte del narco a ADT Petroservicios, aseguran, ni han podido ofrecer estados financieros que los informantes sostienen que el cártel le ofreció a la empresa por medio de políticos o funcionarios estatales.
Los fiscales compararon la empresa de Colorado como un ponche con alcohol, indicando que todo su financiamiento había sido contaminado, como argumentó el profesor de derecho en Harvard Alan Dershowitz en Nueva Orleans. Pero incluso si los alegatos de los narcotraficantes son ciertos, indicó, ocurrieron al menos tres años antes de que “Los Zetas” empezaran a comercializar caballos.
“Si llevamos la comparación del ponche con alcohol del Gobierno a su conclusión lógica, arrojaría dudas en las grandes fortunas norteamericanas, desde los Vanderbilt a los Rockefeller hasta varias startups de Internet, varias de éstas derivadas en parte de actividades previas al margen de la ley de sus fundadores”, señaló Dershowitz. “El pecado original, sus señorías, podrá ser una buena teología pero no es una legislación adecuada”.
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