Cuando el Chapo Guzman trabajaba para "El Señor de los Cielos" y era un dolor de cabeza

En 1993, Guzmán Loera trabajaba para Amado Carrillo Fuente en la plaza de Guadalajara. En aquellos días, El Chapo significaba un auténtico dolor de cabeza. 


Amado estaba muy molesto por la desorganización de su subalterno, así como por su afición al alcohol, las drogas, el escándalo y la violencia; le enojaba en particular que conviviera mucho con su escolta y ocupara pisos completos en hoteles de lujo llamando la atención. 

Trabajar con El Chapo era más riesgoso que trabajar en un polvorín. La preocupación de Carrillo Fuentes no era para menos: la discreción que preferían los grupos de la delincuencia organizada estaba en peligro.

En consecuencia, Amado Carrillo decidió sacar a El Chapo de la plaza de Guadalajara y lo mandó a Nayarit bajo la supervisión de Héctor El Güero Palma, amigo y socio de Guzmán Loera. Sin embargo, El Chapo no obedeció la orden, tenía otros planes: en su lugar mandó a Martín Moreno Valdés aTepic; al mismo tiempo le encargó a José de Jesús Alcalá Castellón que fuera a Guatemala a comprar algunas fincas.

El asesinato de Juan Jesús Posadas Ocampo "llamó poderosamente" la atención de Amado Carrillo cuando escuchó en las noticias que el cardenal había muerto en una balacera entre narcotraficantes en Guadalajara. Inmediatamente comenzó a realizar llamadas telefónicas a autoridades militares y corporaciones policiacas, asimismo ordenó la presencia de Héctor Palma Salazar. 

El Señor de los Cielos no podía concebir que su gente estuviera involucrada en el homicidio del prelado. Estaba furioso.

Al ver llegar a El Güero Palma como si nada, Carrillo Fuentes se tranquilizó. El Señor de los Cielos sabía que los Arellano Félix venían de una familia muy religiosa y guardaban una relación directa con Posadas Ocampo desde que estuvo en Tijuana; además la madre de los Arellano admiraba al cardenal y jamás les perdonaría algo así a sus hijos (de hecho, mientras la señora tuvo la duda,no les dirigió la palabra). Por su parte, Amado Carrillo no tenía vínculo alguno con la jerarquía católica. Su mayor acercamiento con la Iglesia fue la construcción del templo de Guamuchilito, en el municipio de Navolato, Sinaloa, de donde era originario.
   —El Chapo tiene mareaje personal, no pudo ser él —le dijo El Güero Palma a Amado para tranquilizarlo.
    —¿Quién tiene las armas y los huevos para hacer esto? —se preguntó Amado.
    —Y el interés... —completó la frase Palma Salazar.

Después de recibir respuesta a sus llamadas telefónicas, Amado Carrillo les dijo a sus allegados que ni los Arellano Félix ni Guzmán Loera habían participado en la balacera, sino que se trataba de un tercer grupo cuyos integrantes no eran del norte del país, pero que sí iban vestidos como norteños: "Eran personas con pelo corto, vestidas con pantalón de mezclilla, camisa a cuadros y botas nuevas con las que se les dificultaba correr", señaló, añadiendo que su fuente de información eran el general Jesús Gutiérrez R ebollo  y su yerno Horacio Montenegro.
    
— Q u e diga el testigo quién le informó que Amado Carrillo se enteró de la balacera en el aeropuerto  de la ciudad de Guadalajara a las 16:40 horas del día 24 de mayo de 1993 —inquirió el ministerio público a Andrade Bojorgez en su declaración de marzo de 1999.
—Ese día se encontraba el señor Sergio Aguilar Hernández [el amigo de Andrade Bojorgez] con Amado Carrillo en el estado de Morelos en una de las casas de su propiedad; y también se encontraba ahí el arabito Jesús Bitar Tafich —respondió Andrade Bojorgez.

Jesús Bitar fue el operador financiero más conocido de Carrillo Fuentes en Sudamérica. Lo detuvieron en julio de 1997 tras la muerte de El Señor de los Cielos, y se acogió al programa de testigos protegidos. Hoy es un próspero ganadero y poseedor de franquicias de gasolineras de Pemex en la Laguna, Durango. No sólo eso, también es uno de los proveedores del sistema de la Alianza para el Campo pagado con recursos públicos. Cuatro años después del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Bitar Tafich declaró en la PGR que Jorge Carrillo Olea era artiigo de Amado Carrillo Fuentes. A pregunta expresa, el general lo niega.

A las tres de la mañana del 25 de mayo de 1993, Amado Carrillo recibió una llamada en una de sus residencias de Cuernavaca, Morelos.

    —¿El señor está despierto? —dijo ni más ni menos que Javier Coello Trejo, ex subprocurador de Lucha Contra el Narcotráfico
 en la gestión del procurador Enrique Alvarez del Castillo—. Pregúntele si puede recibirme mañana.
    —Dile que venga ahorita —pidió Amado.
    Entretanto, El Señor de los Cielos le ordenó a El Güero Palma que detuviera dos toneladas de cocaína en El Salvador que iban a traer a México por ferrocarril, y que se comunicara con la gente que estaba vigilando a El Chapo. A las cinco de la mañana, Coello Trejo llegó solo. Amado seguía en compañía de su abogado Aguilar Hernández, Bitar Tafich y Héctor Palma Salazar.
   
 —Acabo de hablar con el subprocurador de la PGR en Jalisco [Antonio García Torres],
es sumamente urgente entregar a El Chapo —dijo Coello Trejo.

No habría mejor momento para deshacerse de El Chapo Guzmán sin derramar sangre. Era una buena oportunidad, pero Amado Carrillo Fuentes sabía que Guzmán Loera no había matado al cardenal ni había tenido nada que ver en el asunto de acuerdo con la información que había recabado. Sólo quería saber una cosa antes de entregar a su hombre:
    —¿Quien mató al Cardenal? —le preguntó Amado a Coello Trejo.
    No hubo respuesta, sólo el buen consejo de que era mejor no averiguarlo.
    —Ahora es tiempo de contestar lisa y llanamente: ¿sí o no?
—lo apresuró Coello Trejo.
    La suerte de El Chapo Guzmán estaba echada.

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