Desplazados del narco en México: “Mejor me voy para San Diego”

“Mejor me voy para San Diego”

Desde la llegada de los narcotraficantes Benjamín y Ramón Arellano Félix a Tijuana, en la década de los ochenta, las familias de 5 mil empresarios se han visto forzadas a cambiar su residencia a San Diego, California.

—Abran hijos de su puta madre.

—Abran la puerta cabrones —gritan los policías ministeriales que encabezan el operativo de rescate de cinco comerciantes secuestrados en la norteña ciudad de Tijuana.


Van encapuchados y portan chalecos antibalas. Caminan cautelosos y apuntando para todos lados con sus rifles. Para ingresar a la casa, uno de los policías fuerza la puerta principal con un tubo que se encuentra tirado en el patio.

La oscuridad del cuarto es parecida a una mazmorra. En el centro, cinco hombres se encuentran dentro de una jaula metálica de 9 metros cuadrados. Están atados de pies y manos y tienen los ojos vendados. Sólo escuchan gritos y golpes. Tienen miedo, no saben lo que está pasando.

Los secuestradores se rinden, mientras sus víctimas siguen sentadas dentro de la jaula.

—Todo va a estar bien — le dice a los cautivos un policía que graba el rescate con su cámara.

Era la primavera 2006, uno de los peores momentos para Tijuana en materia de privaciones ilegales de la libertad. Fue el año también en el que secuestros como el que sobrevivieron los cinco comerciantes, provocaron un éxodo de los que podían a  San Diego, California, en Estados Unidos (EU).

***

A Tijuana se llega por cuatro carreteras del lado mexicano y por una de la parte estadounidense. La ciudad está situada en el noroeste de México, justo en la esquina donde inicia la frontera con EU . Es el paso fronterizo más dinámico que tiene México con su vecino del norte . Hay días en que su garita registra cruces de 50 mil vehículos con un promedio de dos personas a bordo, esto sin contar los que cruzan a pie.



Es también desde hace poco más de 20 años, la base de operaciones de la organización del narcotráfico considerada, en su momento, la más violenta del Continente Americano: El “Cártel Arellano Félix”. Los fundadores de esa banda criminal son los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix,  quienes a mediados de la década de los ochenta se asentaron  en Tijuana,  provenientes de Guadalajara, Jalisco, para operar las rutas del tráfico de drogas a California. Desde que se establecieron en la frontera, la fortaleza del clan radicó  en las alianzas que los hermanos -en ese entonces Benjamín de 33 años y Ramón de 21- , hicieron con otros muchachos tijuanenses, hijos o familiares de reconocidos empresarios y políticos locales. Fueron estos jóvenes,  los que además de abrirles las puertas de la ciudad, años más tarde se convertirían en los sicarios y operadores del Cártel.  Se les conocería como los “Narco Juniors” y bajo su amparo florecieron células criminales que dos décadas después se dedicarían no sólo al tráfico de drogas, sino a la extorsión y el secuestro.



***

Muchos de los crimines cometidos en Tijuana están relacionados directamente con la organización  Arellano. A la banda criminal  se le responsabiliza de ser los causantes de las dos etapas de violencia que ha vivido la ciudad en casi tres décadas. El primer periodo duró hasta 2001. En ese tiempo, los Arellano ordenaban el asesinato de enemigos de la organización y de los socios que no eran útiles para el negocio.

Después de 2002, las células criminales de los Arellano se reorganizaron tras la muerte de Ramón y la captura de Benjamín. Para autofinanciarse estos subgrupos comenzaron a secuestrar y extorsionar a empresarios. Esa actividad se extendió por espacio de cinco años, siendo 2006 – el año cuando los policías rescataron a los cinco comerciantes- el más violento. Mientras  la autoridad reconocía 18 secuestros en toda Baja California, los representantes de la iniciativa privada, uno de los sectores más perjudicados por ese delito, manejaba una cifra ocho veces mayor.

Cuando en 2007 y con apoyo del Ejército, las autoridades parecían estarle ganando la batalla a los grupos de los Arellano, la organización ahora dirigida por un sobrino de Benjamín y Ramón, inició una lucha contra tres células que se unieron a la organización de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.

En dos años de conflicto, a este enfrentamiento se le atribuía  más de mil muertes, cientos de desapariciones, la huida a San Diego de casi 3 mil  familias y el cierre de restaurantes, farmacias y comercios.

Manuel Escalante, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) Tijuana, calcula que  por la huida de esas 3 mil familias, Tijuana dejo de recibir aproximadamente 12 millones de dólares mensuales, si se toma en cuenta que cada familia aportaba 4 mil dólares al mes a la economía local.

—La mitad de mis amigos se fueron a vivir a Chula Vista (California) —dice  Escalante, quien estima que en estas dos etapas de violencia se fueron de la ciudad aproximadamente 5,000 familias. Se trata de tijuanenses que cruzaron a San Diego, California porque tenían la doble nacionalidad o los suficientes recursos  para rentar o comprar una casa. En el caso de los que sufrieron secuestros, tuvieron que vender sus bienes para pagar los rescates. Los que se fueron por temor a ser víctimas de un delito en cambio, establecieron sus negocios del lado estadounidense o desde allá los manejaban a distancia.

Con esa ola de migración de Tijuana se poblaron las zonas de Eastlake, Otay Ranch y Rancho del Rey en la ciudad de Chula Vista perteneciente al condado de San Diego.

***

—Fue muy fuerte ver la imágenes esas (de la jaula)— dice Roberto, amigo y primo político de uno de los cinco comerciantes rescatados en 2006, cuya familia se vio forzada a marcharse a EU  tras el secuestro.

Todo fue muy rápido. El suegro de Roberto, con esposa e hijos, se marchó a Los Ángeles, mientras que los papás, tíos y hermanos del secuestrado se establecieron en Chula Vista..

Roberto y su esposa fueron los únicos que se quedaron en Tijuana. A diferencia de su parentela,  no eran dueños de comercios, así que pensaron que por su perfil de profesionistas independientes no eran tan susceptibles de sufrir algún secuestro y decidieron quedarse. Fueron momentos de mucha tensión para la familia.  El abuelo del secuestrado que estaba enfermo, empeoró cuando se enteró que no habían liberado a su nieto a pesar de haber pagado más de un millón de dólares por el rescate. Así que prácticamente sus hijos se encontraban al borde de la quiebra y sin la libertad de uno de los suyos. Cuando todos habían perdido la esperanza de volver a ver con vida a su familiar, la Policía Ministerial lo rescató.



***

El desplazamiento forzado por la violencia que se ha dado en Tijuana no es un fenómeno exclusivo de esa ciudad. Municipios fronterizos o cercanos a EU como Ciudad Juárez, Monterrey y Nuevo Laredo, han vivido ese problema al menos desde hace una década.

—Es un tema poco explorado —asegura Guillermo Alonso Meneses, investigador de tiempo completo en el Colegio de la Frontera Norte, quien asegura que el desplazamiento comenzó a darse en “goteo”, cuando los grupos del narcotráfico se involucraron con el trasiego de droga a EU a mediados de los ochenta del siglo XX.

Fue a partir de la “guerra contra el narcotráfico”, declarada por el presidente Felipe Calderón en 2006, que los desplazamientos  comenzaron a incrementarse en ciudades donde los homicidios y secuestros registraron un repunte significativo. —En la medida que crecían los muertos, iban en aumento los desplazamientos.



***

Tras radicar una temporada en Los Ángeles, California, los suegros de Roberto decidieron mudarse a Chula Vista, donde continua viviendo su familia. Fue  ahí donde se reencontraron con su sobrino secuestrado. Actualmente,  el padre trabaja como acomodador de frutas en un supermercado. Su esposa se dedica al hogar y sólo vive con ellos el menor de sus hijos, quien cursa la preparatoria. Sus hermanos y sobrinos se regresaron a Tijuana, donde siguen tratando de recuperar los negocios que tuvieron que cerrar o vender.

—La ciudad ya no tiene los problemas de violencia que tenía antes  —dice Roberto, de sonrisa alegre, quien asegura que a raíz del operativo implementado por el Ejército en las calles de la ciudad se lograron disminuir los índices delictivos. Según cifras oficiales, en 2010 se  reportaron 688 homicidios en Tijuana, un año más tarde eran 418 los registrados. En el más reciente informe publicado por Consejo Nacional de Seguridad Pública, se hablaba de una disminución del 18%  de homicidios durante el primer semestre de 2012 comparado con el mismo periodo del año anterior.

Que los índices de criminalidad disminuyeran no sólo ha provocado que los tijuanenses vuelvan a salir de noche, sino el regreso de algunas familias que se fueron a San Diego. El líder de Coparmex Tijuana, estima que en este 2012 un 40 % de los empresarios que se fueron han regresado a la ciudad. Aun así, reconoce que el 60 % restante tiene una nueva vida del otro lado.

—Mis suegros sólo piensan en regresar, pero no quieren que mi cuñado se pierda la oportunidad de estudiar allá”,  asegura Roberto, quien cada fin de semana, junto a su esposa, tiene que hacer largas filas de tres horas para cruzar a Chula Vista y visitar a su familia.

0 comentarios:

Publicar un comentario