En mayo de 2004, cuando después de una persecución y un tiroteo suscitado en La Gloria, agentes de la Policía Estatal Preventiva (PEP) detuvieron a José Roque García, éste tenía 26 años de edad.
Junto a EricBallesteros Estrada y Jaime Ocampo Morineau, declararon entonces a sus captores que participaba en secuestros y cobro de plaza para el narcotráfico.
También que había asesinado a personas, a algunas las deshizo en ácido. Lo mismo traficaba con droga que amedrentaba a comerciantes.
El caso fue ligado al Cártel Arellano Félix (CAF) y atraído por la Procuraduría General de la República. Roque García estuvo unos años en el penal de El Hongo, pero en México obtuvo su libertad. Para 2009, elementos del Ejército Mexicano destacados en la II Zona Militar, lo volverían a aprehender en operativos de búsqueda de integrantes del CAF.
En los años siguientes poco se supo de él, hasta este 2017, porque ahora es buscado por autoridades de México y los Estados Unidos. Apoyado con recursos ilícitos y por agentes corruptos de la Policía Ministerial de Baja California, José Roque García ha regresado a Tijuana y, relatan investigadores binacionales, su intención es restablecer el CAF sin la ayuda del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Roque García encabeza ahora una célula delictiva más en la ciudad. En conversaciones que ha sostenido con otros miembros del grupo criminal, los investigadores han tenido conocimiento de sus intenciones criminales para restablecerse.
Entre ellas, “acabar con el Semanario ZETA”. Poner una bomba en el edificio o cerca del mismo y hacerlo explotar.
El miércoles 5 de abril, la codirección de ZETA fue informada de la amenaza vertida contra este medio de comunicación. Un grupo binacional de inteligencia en la persecución de grupos del narcotráfico y el crimen organizado, captó la amenaza de Roque García.
Atacar el edificio del periódico no es el único plan criminal de este hombre identificado como originario del Barrio Logan de San Diego. Lo suyo es una serie de actos de violencia de alto impacto, en un intento de demostrar poderío criminal y arrebatarle la ciudad al CJNG y al Cártel de Sinaloa, para recuperarla para el Cártel Arellano Félix, que él pretende encabezar una vez aprehendidos quienes fueron sus dirigentes criminales: Francisco Javier Arellano Félix “El Tigrillo”, capturado en 2006, y Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”, detenido en 2014.
A pesar que autoridades de México y Estados Unidos han declarado en sobradas ocasiones que el CAF ha sido desmantelado, los cabos sueltos, integrantes que fueron de las distintas células del cártel en sus diferentes etapas, cuando fue liderado por Ramón Arellano, por Benjamín Arellano, por Francisco Javier del mismo apellido, por Fernando Sánchez y recientemente por un joven miembro de la familia del que solo se sabe le apodan “El Piloto”, son quienes se reúnen para intentar revivir la disminuida organización.
Luego que fue aprehendido en mayo de 2004, a finales del mismo mes, de acuerdo a un despacho informativo de Notimex, “el Juzgado Segundo de Distrito en materia de procesos penales federales en el Distrito Federal, inició formal proceso en contra de José Roque García, Erick Ballesteros Estrella y Jaime Ocampo Morineau, detenidos cuando intentaron secuestrar a los agentes de seguridad pública local, Lucila Valenzuela Aguilar y Felipe Quintano Meza”. Los delitos por los que se les dictó orden de aprehensión fueron: contra la salud, portación de arma de fuego de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, así como privación ilegal de la libertad. Quedaron fuera de la averiguación oficial, las confesiones que hicieron a sus captores: haber asesinado y deshecho en ácido a varias personas, así como traficar droga de México a los Estados Unidos, resguardar marihuana en casas de seguridad y secuestrar para el CAF que entonces encabezaba Francisco Javier Arellano Félix.
Pero en 2017, José Roque García, está libre. Autoridades bajacalifornianas como la Secretaría de Seguridad Pública del Estado no han proporcionado información de cómo, cuándo y por qué fue liberado; de igual manera se desconocen los nombres de los asociados criminales de García, y la forma en la que ha corrompido -de acuerdo a la investigación nacional- a policías ministeriales que ahora sirven a sus ilícitos propósitos.
No es la única amenaza que ZETA ha padecido en los últimos meses. El 25 de noviembre de 2016, en la edición 2226, publicamos una serie de fotografías y nombres de los criminales más buscados en Baja California, entre ellos, integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Uno de ellos, Israel Alejandro Vázquez “El 50”, joven señalado de colaborar con la organización criminal en ajustes de cuentas, quien al verse exhibido ordenó que las instalaciones del Semanario fueran atacadas con granadas, a manera de “escarmiento” contra quienes aquí trabajamos por haberle mencionado y además publicado su fotografía.
De aquella amenaza como de esta reciente, hemos dado cuenta a nuestros lectores y amigos, a lasautoridades bajacalifornianas y a las organizaciones de defensa y protección de la libertad de expresión y de los periodistas. Una vez más, ZETA está bajo amenaza y en esas condiciones ejerce el periodismo de investigación, en un país que es riesgoso para el desarrollo del oficio.
México, donde tan solo en el sexenio de Enrique Peña Nieto, 30 periodistas han sido asesinados -de acuerdo a la organización Artículo 19-, convirtiendo a nuestra República en uno de los cinco países más peligrosos para el ejercicio libre del periodismo.
Hace unos días, el 2 de abril, el diario El Norte de Ciudad Juárez, Chihuahua, cerró sus puertas después de 27 años de circulación, al no “existir las garantías para ejercer el periodismo crítico y de contrapeso”.
También por las deudas que los gobiernos se negaron a pagar a la administración del periódico, por la inseguridad, y especialmente, por el asesinato de la periodista Miroslava Breach Valducea, ultimada el 23 de marzo en aquella entidad y quien colaboraba para esa publicación.
En este contexto de inseguridad y violencia, de impunidad y corrupción institucional, ZETA mantiene su compromiso con sus lectores, amigos y anunciantes. Seguiremos informando, haciendo periodismo de investigación allende las amenazas, en tanto contemos con su confianza y solidaridad.
Desde el jueves 4 de abril, unidades de la Policía Estatal Preventiva de la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California, resguardan las oficinas del Semanario, ante la amenaza latente de un miembro del Cártel Arellano Félix, de atacar nuestro edificio.
En esas condiciones seguiremos investigando, entrevistando, analizando y publicando lo que sucede en Baja California y en México. Lo que el Lector desea saber, conocer, y así nos lo participa, libre como el viento.
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